| viernes, 02 de octubre de 2009 h |

Javier Urzay. Director de

Estudios de Farmaindustria

A los que trabajamos en la industria farmacéutica nos produce gran tristeza comprobar cómo los viejos clichés sobre el sector perviven en la mente de muchos, a pesar de todos los esfuerzos que se hacen para explicar la situación y perspectivas de una industria innovadora clave como la nuestra. Éste es el caso de la triste proposición no de ley que se aprobó el pasado 29 de septiembre en la Comisión de Sanidad del Congreso. La proposición merecería una contestación pormenorizada, pero sólo comentaré tres puntos:

Primero: “Incorporar en el segundo Plan Estratégico de Política Farmacéutica un objetivo de potenciación de la utilización de genéricos de manera que tiendan a los niveles medios de consumo de la Unión Europea”.Cualquiera que conozca el mercado farmacéutico, sabe que el mecanismo clave de contención del gasto en España es el Sistema de Precios de Referencia, que incluye medicamentos genéricos y de marca en una banda muy estrecha de precios. Por tanto, cualquier comparativa internacional debe tener en cuenta esta característica del mercado español. Así, la cuota de mercado de los productos sujetos a precios de referencia (el 19,4 por ciento en valores) es equiparable e incluso superior a la media europea de penetración de genéricos (el 18,3 por ciento, según datos de la EGA).

No hay motivo para fomentar la utilización de genéricos si su principal ventaja (precio más bajo) no se cumple. Si los genéricos no ahorran frente a alternativas idénticas, ¿por qué hay que fomentar su consumo? Sólo se me ocurren motivos ideológicos, porque racionales no encuentro ninguno. Si me permiten un breve apunte, yo más bien propondría lo contrario: a igualdad de precio, consúmase el innovador, que es quien investiga y quien puede aportar nuevas soluciones terapéuticas.

Segundo: “Concretar con carácter urgente la obligación de suministro directo de medicamentos por los laboratorios a los almacenes de los distribuidores de gama amplia frente a abusos de posiciones de dominio”.También es triste que, tras mucho esfuerzo y compromisos recíprocos entre distintas compañías y la distribución, que consiguieron solucionar los problemas de desabastecimiento que provocaba el comportamiento oportunista de algunos operadores, todavía haya quien pretenda seguir lucrándose de las diferencias internacionales de precios intervenidos. Pero aún es más triste que, contra toda lógica, la Comisión de Sanidad del Congreso se haga eco de esas voces. Y en lo que concierne al supuesto “abuso de posición dominante”, sugeriría la lectura de los repetidos pronunciamientos de la Comisión Nacional de la Competencia sobre esta materia.

Tercero: “Reorientar en este sentido los acuerdos entre el Ministerio de Sanidad y Política Social y Farmaindustria y Aeseg, tanto en relación a reducción de gasto farmacéutico global, la política de patentes, el mantenimiento del empleo y un mayor compromiso en I+D por parte del sector farmacéutico”. Sobre los acuerdos del Ministerio con Aeseg, no tengo noticia. Si a lo que se refiere la proposición es al compromiso adquirido por la industria innovadora, dígannos, por favor, qué parte del mismo (mantenimiento del empleo, internacionalización, incremento de la inversión en I+D y cooperación con las comunidades autónomas) no es del agrado de sus señorías.

Nosotros trabajamos para que se valore lo que aporta esta industria a nuestro país, en términos de bienestar y salud, de progreso científico y técnico y de valor económico y social. La apuesta por el cambio de modelo productivo hacia una economía basada en el conocimiento y la innovación requiere de todos (industria, agentes sociales, administraciones y representantes políticos) trabajo conjunto y coherencia en las actuaciones, cada uno desde sus propias responsabilidades.