Jaime J. Carbonell es presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Alicante
La publicación del RD Ley 5/2000 marcó un antes y un después en el devenir de la farmacia. Sus consecuencias deterioran las cuentas de resultados y la situación tiende a empeorar: los precios de los nuevos medicamentos conllevan unos márgenes fijos aplicables que, en poco tiempo, se revelarán inasumibles. Las nuevas moléculas, de precio elevadísimo, nos hacen saltar en la escala de deducciones al tiempo que, al encontrarse sujetas a un margen fijo debido a su alto coste, el beneficio para el boticario resulta exiguo o inexistente. Dos RD más siguieron apretando las tuercas a la economía de las farmacias, que son para el ciudadano la puerta de entrada al SNS, ése que algunos en Bruselas pretenden convertir en el “Mercado Nacional de Salud”, y aportan cantidades cada vez mayores para contribuir a su sostenibilidad económica.
Soy consciente de que la Administración aprecia el valor sanitario de la botica, un modelo social y equilibrado, su distribución geográfica equitativa, su carácter social y la seguridad que aporta al paciente respecto al uso del medicamento. Estoy convencido de que estima el valor del consejo de salud desinteresadamente ofrecido por los farmacéuticos españoles, con casi 200 millones de actuaciones sanitarias anuales ajenas a la dispensación, siempre bajo criterios en los que prima la salud y no el rendimiento económico. Sanidad se ha postulado reiteradamente en defensa de la botica española, y así lo han hecho y lo siguen haciendo en Bruselas.
No se entiende entonces por qué muchos farmacéuticos sentimos que se nos pretende ahogar por el lado económico. No es subjetivo afirmar que con los precios de las nuevas moléculas aprobadas por el ministerio, que salen al mercado cada vez más disparados, las farmacias trabajan con márgenes netos reales que van menguando, especialmente desde 2000. El farmacéutico está siendo abandonado a una nula expectativa económica en cada vez mayor número de especialidades. Se entiende menos si a lo anterior se añaden elementos estructurales como son el aumento del precio medio de las recetas, su constante incremento en número, el nuevo impacto económico que pretenden imponer con el RD sobre mutualidades, o las consecuencias financieras derivadas de la aplicación de la nueva Orden de Precios de Referencia, por citar algunos elementos más.
No se entienden tantas trabas para un eslabón fundamental del SNS como es la oficina de farmacia, defendido por los más altos responsables ministeriales y que, además, se involucra cada vez más con el sistema a través de nuevos campos de actuación en pos del ciudadano como es la Atención Farmacéutica y tiene ante sí el reto de ampliar sus áreas de acción sanitaria a través del desarrollo de la farmacia asistencial. ¿Están dejando morir un sistema que alaban? Yo no lo entiendo, ¿y usted?