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| 2009-07-05T18:00:00+02:00 h |

Carmen Sabater es directora de la

Coordinadora de Usuarios de la Sanidad

El farmacéutico de oficina de farmacia está considerado como el primer agente de salud por su cercanía y visibilidad. Se manifiestan como los primeros agentes de salud, por delante de los médicos de familia, ya que el acceso a ellos es inmediato, gratuito y en muchos casos de 24 horas al día. Sin entrar a valorar si los ciudadanos los ven como a tales, estamos de acuerdo en que el farmacéutico está disponible de manera inmediata y nos puede aportar sus conocimientos sobre los medicamentos, a partir del consejo farmacéutico. A pesar de ello, nos consta que no todos los ciudadanos ven en él a la persona que les puede aconsejar en materia de salud, por lo que consideramos un aspecto a mejorar. Además, hemos constatado que no todos los farmacéuticos están dispuestos a ejercer lo que el sector reivindica desde hace una década: “el consejo farmacéutico”, y por esta razón los ven como meros dispensadores de fármacos.

Para mejorar el rol del farmacéutico de oficina de farmacia, la Administración ha de comprometerse, ya que éstos tienen un lugar privilegiado respecto del resto del sector sanitario. Además, pueden facilitar tanto al paciente, como a médicos o enfermeras, una nueva fuente de información fiable y práctica que ayude a la sostenibilidad del sistema sanitario. A pesar de que los ciudadanos y nuestra entidad valoramos el papel que desarrollan en la sociedad las oficinas de farmacia, también queremos hacer algunas reflexiones al sector para aumentar la confianza de los ciudadanos en estos profesionales.

Periódicamente, llegan a la Coordinadora de Usuarios de la Sanidad (CUS), consultas o quejas referentes a lo que se ofrece a través de una oficina de farmacia, y no acostumbra a tener nada que ver con su principal actividad: los medicamentos. El objeto de confusión viene de la parafarmacia. Los ciudadanos no saben distinguir el espacio que se dedica a la parafarmacia de aquel que es exclusivamente de los medicamentos, ya que en realidad muchas veces éste no está diferenciado. Por ello, es importante mejorar este aspecto para garantizar la confianza y la credibilidad del farmacéutico. Otra cuestión que también provoca confusión es la venta de productos que no siempre reúnen las garantías necesarias para ser vendidos en una farmacia.

No queremos cuestionar el modelo de farmacia que tenemos, ni tampoco el derecho a ofrecer productos sanitarios, fitosanitarios, de cosmética u otros, pero sería interesante ayudar a resolver confusiones y no a crearlas, con la venta de productos que justifican su garantía únicamente con la publicidad de “de venta en farmacias”. La venta en farmacias ha de ser una garantía y el farmacéutico ha de inspirar confianza a través de la información y del consejo farmacéutico.