En los últimos dos siglos, la movilidad de las personas se ha multiplicado por mil. Un hecho que ha provocado que el 12,2 por ciento de la población de nuestro país (5,7 millones de personas) sea actualmente de origen extranjero y procedente sobre todo de África, Latinoamérica y Asia. Además, se estima que en España se realizan entre 12 y 13 millones de desplazamientos internacionales al año, de los que aproximadamente un millón tienen como destino zonas tropicales o subtropicales. Unos datos a los que hay que añadir que España ocupa el segundo lugar, solo por detrás de Estados Unidos, en número de adopciones internacionales, con más de 35.000 niños en los últimos diez años.
Todos estos datos, facilitados por la Red de Investigación Cooperativa en Enfermedades Tropicales (Ricet), perteneciente al Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), son la causa de que, en los últimos años, enfermedades endémicas del continente africano, americano o asiático hayan “desembarcado” en el continente europeo. Así, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra actualmente investigando la aparición de varios casos de esquistosomiasis genitourinaria, originaria sobre todo de África, en el río Cavu, en Córcega, entre 2011 y 2013. Provocada por el parásito Schistosoma haematobium, el problema que se han encontrado los únicos tres líderes de opinión en esta patología es que la forma hallada es un híbrido entre S. haematobium y S. bovis —este último parásito se hospeda normalmente en cabras y nunca antes había afectado a seres humanos—.
Pero este no es el único brote de enfermedades tropicales ocurrido en Europa. También en Italia, por ejemplo, se han registrado casos recientes de fiebre Chikungunya, causada por un virus que responde a este mismo nombre. Además, aunque parece que están disminuyendo, existen casos de malaria en población autóctona tanto en Grecia como en España y, en 2012, se declararon 484 casos de paludismo en nuestro país, todos ellos importados. Además, el Hospital de Fuenlabrada, en Madrid, ha tratado ya varios casos ya de leishmaniasis humana.
Tal y como explica Agustín Benito, coordinador de la Ricet, “algunos vectores como Aedes albopictus —el comúnmente llamado mosquito tigre—ya están en toda la cuenca mediterránea, desde Gerona hasta Murcia, pudiendo transmitir el dengue o la fiebre Chikungunya”. Asimismo, Benito también asegura que existen en nuestro país caracoles del género Bulinus, hospedador intermedio (vector) de S. haematobium y S. intercalatum, responsables de la esquistosomiasis genitourinaria e intestinal respectivamente. De ahí que, subraya Benito, uno de los objetivos prioritarios de la Ricet y de sus grupos de trabajo sea “medir el riesgo de posible transmisión de este tipo de enfermedades”.
Investigación
Uno de los principales problemas de estas enfermedades tropicales es que, a pesar de representar el 11 por ciento de la carga mundial, solo el 1,4 por ciento de los ensayos clínicos se centran en investigación sobre ellas, destacan desde la Ricet, que pide financiación innovadora y a largo plazo, además de la eliminación de “bloques reguladores” en la producción de medicamentos.
Precisamente en esta línea, la Ricet concluyó en su tercera reunión que, a pesar de que estas patologías siguen siendo “las grandes ausentes”, la creación de alianzas y consorcios, unido a la investigación de grupos como su propia Red, han contribuido de manera importante “al conocimiento y desarrollo de herramientas de prevención y control de estas enfermedades”. En concreto, en los últimos años se ha avanzado en el establecimiento de biomarcadores diagnóstico y pronóstico sobre todo en enfermedad de Chagas y leishmaniosis e incluso existe una plataforma de screening de alto rendimiento con modelos experimentales de algunas de estas enfermedades tropicales. El objetivo de esta última iniciativa es la búsqueda de nuevos fármacos, ya que “los actuales son bastante tóxicos y muy limitados”.
Un problema al que hay que añadir también el de las resistencias. Así, por ejemplo, algún estudio en enfermedad de Chagas expuesto por José Antonio Pérez Molina, de la Unidad de Enfermedades Tropicales del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, parece apuntar a que podría haber algunas cepas de Trypanosoma cruzi resistentes de manera natural al benznidazol, el tratamiento en primera línea para esta patología. Y en malaria, por ejemplo, para evitar resistencias se tiende a la utilización de “combinaciones de fármacos con efectos sinérgicos”, destaca Benito, que explica que lo más normal es administrar un fármaco derivado de la artemisina, de rápida actuación frente al parásito, junto a otro fármaco basado en una diana terapéutica, con un efecto ya más duradero.
Toda una serie de problemas que lo único que hacen es confirmar la importancia que tiene la investigación en estas patologías, tanto es así que organizaciones públicas y privadas han anunciado la creación de un gran consorcio internacional para controlar o erradicar diez de las llamadas por la OMS “enfermedades olvidadas”. En esta gran alianza, que se ha fijado 2020 como meta, participan la OMS, 13 farmacéuticas, los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Emiratos Árabes Unidos, la Fundación Bill & Melinda Gates, el Banco Mundial, la Iniciativa de Fármacos para las Enfermedades Olvidadas (DNDi en sus siglas en inglés) e incluso la RICET, a través de proyectos integrados en sus iniciativas.
En cuanto a proyectos actualmente en marcha, el Instituto Suizo de Medicina Tropical lidera un ensayo en fase I en una vacuna contra la leishmaniosis visceral en el que colaboran activamente, además de un laboratorio italiano, dos grupos de la RICET —el Centro Colaborador de la OMS en leishmaniosis del ISCIII y el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa—. La principal novedad de esta vacuna, destaca Benito, es que “combina dos moléculas del parásito con una del vector, el flebótomo”.
En malaria, además de RTS,S, la primera vacuna para esta patología pendiente de aprobación por las autoridades regulatorias, ya hay una segunda generación de vacunas peptídicas generadas por el inmunólogo colombiano Manuel Patarroyo y una vacuna basada en parásitos irradiados infectivos (esporozoítos) ya en fase II.
Gestión
Tan importante como la investigación en nuevos tratamientos o en biomarcadores diagnóstico y pronóstico es la información y la formación tanto de profesionales como de pacientes y población general. De hecho, Benito asegura que “el porcentaje de viajeros internacionales que acude a un centro sanitario para que le aconsejen debida e individualmente sobre riesgos y precauciones a adoptar antes del viaje es muy bajo”, pero es todavía más bajo si la persona en cuestión reside en España pero es originaria de un país tropical y decide visitar temporalmente a su familia.
Para intentar solucionar este vacío informativo, se han creado unidades de referencia para la atención de enfermedades tropicales importadas atendidas por expertos en el diagnóstico y manejo de estas enfermedades. Los dos primeros centros de referencia acreditados (CSUR) en nuestro país son la Unidad de Medicina Tropical del Ramón y Cajal y la Unidad de Medicina Tropical y Consejo al Viajero del Clínic de Barcelona, ambas pertenecientes a la Ricet.
En cuanto a los servicios de Medicina Interna de los hospitales, Benito cree que en ellos debería haber profesionales con conocimientos sobre estas patologías, al igual que considera que se debería dotar de mayor formación y conocimiento a los profesionales de atención primaria, puerta de entrada a los servicios sanitarios. Además, concluye el coordinador de la Ricet, “habría que explicar bien a la Dirección General de Ordenación Profesional y a los consejeros de la mayoría de las comunidades las razones por las cuales las enfermedades infecciosas deberían ser una especialidad”.