El análisis que publica EG esta semana deja claro que España sí que tiene más dinero para dedicar a Sanidad, en general, y a la prestación farmacéutica en particular. Desde 2003 hasta 2013 el gasto de las administraciones públicas, es decir, Administración General del Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos, creció en más del 50 por ciento. En ese mismo periodo, el gasto en medicamentos a través de receta subió sólo un 2,7 por ciento. De este modo, el porcentaje de gasto público que España dedica al abono de las recetas médicas ha pasado de representar el 3 por ciento a poco más del 2 por ciento. Es decir de cada 100 euros que gastan las administraciones en todos los servicios que prestan a los ciudadanos sólo dos se dedican a la compra de medicamentos que se dispensan en las oficinas de farmacia.
Además, en lo que se refiere al gasto sanitario, el porcentaje de participación en el gasto público total se ha mantenido más o menos estables durante los últimos años variando entre un 12,5 por ciento y un 13,5 por ciento de la inversión total de las administraciones.
Los servicios que tienen que prestar las administraciones públicas son amplios y variados. Defensa, seguridad ciudadana, justicia, infraestructuras, servicios sociales, pensiones, limpieza, relaciones internacionales, educación, sanidad, etc. De todos ellos, la Sanidad es probablemente uno de los más valorados y exigidos por la sociedad. Pero eso debería tener reflejo en las cuentas. En nuestro país, dedicamos poco más del 6 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) a sanidad y algo más del 13 por ciento del gasto público total. Con estos datos me parece muy poco riguroso decir que no hay dinero para la sanidad y menos para la farmacia.
Por ello, creo que ha llegado el momento de revisar de arriba a abajo en qué se gasta el dinero de los impuestos. En relación a los países más desarrollados nosotros gastamos menos porcentaje de nuestro PIB en las cuestiones más importantes: Educación, Sanidad, investigación, etc.
Si hace diez años España podía soportar que el tres por ciento del gasto público y el 1,14 por ciento del PIB fuera destinado a Farmacia, ahora también debería. No seré yo el que abogue por gastar sin control, aunque sea en medicamentos. Creo que la eficiencia y la austeridad es una exigencia en cualquier ámbito económico y si es público, más. Pero dedicar muchos más recursos que históricamente a carreteras, a televisiones, a puestos de trabajo innecesarios y otros cientos de cuestiones más, no pueden significar que no haya acceso a las innovaciones o a los medicamentos huérfanos. No, cuando sí hay dinero.
España dedica dos de cada 100 euros de gasto público a Farmacia. Hace diez años eran tres
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