Los servicios regionales de salud comprobarán si los presupuestos se ajustan a sus necesidades
| 2008-11-16T18:00:00+01:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Aunque todas las épocas resultan fundamentales para un sector tan sensible como es el de la sanidad, el primer semestre del próximo año se antoja, si cabe, especialmente crucial. Tanto, que puede afirmarse ya que el periodo que transcurre entre enero y junio de 2009 constituirá una especie de cruce de caminos, una suerte de encrucijada perversa que determinará el rumbo del sistema y de gran parte de los agentes implicados en el mismo durante los próximos tres o cuatro años. ¿Por qué? Por varias razones de peso.

En ese primer semestre, los servicios regionales de salud comprobarán de primera mano si los presupuestos que les han preparado sus compañeros de Hacienda se ajustan a las necesidades de la población cubierta o si, por el contrario, se alejan de la realidad, lo que sucederá casi con toda probabilidad en todas aquellas zonas en las que la subida resulte inferior al PIB nominal. Las comunidades conocerán también en sus propias carnes si la crisis perpetúa la merma de ingresos vía impuestos o si, por el contrario, las apreturas financieras de estos meses eran sólo coyunturales, consecuencia de un brusco ajuste en la demanda interna del país fruto del estallido inicial de la crisis internacional. Algunos servicios regionales de salud han hecho ya cálculos en los que queda reflejado que cualquier subida del gasto por encima del 2 por ciento dificultará el pago en plazo a proveedores sanitarios e incluso a farmacéuticos.

Y todo este mejunje, esta cuadratura casi imposible del círculo económico a nivel estatal, determinará si existe necesidad o no de obtener nuevas vías de ingresos para costear la asistencia. Habrá que estar atentos, pues, al hormigueo de consejeros de Sanidad que visitarán el Paseo del Prado entre enero y julio. El ritmo de goteo en su afluencia, y la intensidad de sus plañideras súplicas pueden obligar al Ministerio de Sanidad a mover ficha y a adoptar medidas drásticas de recaudación con las que afrontar los agujeros que vayan apareciendo en la sanidad regional. En la decisión final resultarán determinantes dichas peticiones y otros dos factores de no menor trascendencia. Por un lado, la dimensión que alcance el nuevo acuerdo de financiación autonómica con el que el presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tratará de apaciguar los caldeados ánimos de feudos como Cataluña, Extremadura e, incluso, Madrid. El segundo, es el efecto que alcancen los nuevos precios de referencia de los medicamentos. Un efecto, a priori, reducido a partir del mes de abril y en una primera fase, dado el bajo crecimiento que experimentó el gasto farmacéutico en los mismos meses del año que ya expira y los reducidos precios que registran ya muchos de los productos incluidos en los grupos homogéneos plasmados en el último decreto.

Como se ve, la coyuntura apunta a que 2009 será el año de las decisiones difíciles, y a que el ministro de Sanidad y Consumo, Bernat Soria, se verá obligado a desprenderse de su disfraz amable para plantar cara a los efectos de la crisis. ¿Meterá el titular del Ministerio de Sanidad la tijera en el sector?