Pajín ha de hacer uso de su capacidad de

diálogo y domeñar su vehemencia temperamental

| 2010-10-29T16:13:00+02:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Elena Salgado, Bernat Soria, Trinidad Jiménez, Leire Pajín… El Ministerio de Sanidad se ha convertido durante los últimos seis años en un nido de aves de paso, en el que la interinidad del principal ocupante supera incluso a la del personal de cualquier hospital público español. Unos, como Salgado o Jiménez, hicieron tránsito hacia otras latitudes más elevadas como pago a su abnegada dedicación al zapaterismo. Otros, como Soria, llegaron a su culmen profesional para huir en desbandada. Ahora le toca a Pajín, a la que conviene dar un voto de confianza y, desde luego, no menospreciar. Como currículum, baste decir que capitaneó nada más y nada menos que la Secretaría de Organización del PSOE —se dice pronto— y que atisbó mejor que Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco la victoria de Tomás Gómez en las primarias madrileñas, desdiciendo también al propio José Luis Rodríguez Zapatero. No es moco de pavo.

Sea como fuere, lo cierto es que el paso, se presupone que también transitorio, de Pajín por el ministerio no será un camino de espinas para una mujer habituada a batallar con todo tipo de enemigos, aunque tampoco le resultará fácil. Al escaso entusiasmo que ha suscitado su persona en el colectivo profesional y empresarial de la Sanidad y a sus parcos conocimientos en la materia, hay que añadir los regalos envenenados que le ha legado su antecesora y, sobre todo, la trampa que le ha tendido su partido: la de la igualdad. Porque Rodríguez Zapatero ha transferido esta materia que conducía en soledad Bibiana Aído al departamento que posiblemente refleje una mayor inequidad y descohesión en España. Son las ironías del destino en la que se convertirá la gran prueba de fuego de Pajín: si de verdad quiere igualar prestaciones y limar diferencias de salud hasta por géneros, se le presenta una ocasión de oro para hacerlo. Puede empezar, por ejemplo, por los servicios sanitarios para seguir después por los tiempos de espera, las barreras farmacéuticas, los regímenes laborales de los trabajadores o las trabas burocráticas y lingüísticas que impiden la movilidad. Los consejeros históricos del PSOE pueden dar fe de un grave problema que amenaza con quebrar el SNS.

Pajín ha de hacer también uso de una de sus principales cualidades, la de ser dialogante, y domeñar su vehemencia temperamental, mucho más exacerbada que la de Jiménez. Si de verdad quiere hacer piña y no crearle más agujeros a Rodríguez Zapatero, deberá copiar la mesura de la malagueña hasta en las formas, pues es sabido que la inminente llegada de las municipales soliviantará los hasta ahora apaciguados ánimos de los consejeros y los volverá díscolos en el Interterritorial. Y cuatro consejos más para Pajín, si de verdad pretende dejar huella en la Sanidad: nada de brindis al sol; aproximación máxima a los profesionales de verdad, no a los de pacotilla que se limitan a pasar la mano por el lomo del ministro de turno; cumplimentar las promesas de su antecesora; y revisar lo que queda pendiente: el análisis de lo que falta por hacer y está comprometido en su nuevo ministerio le servirá de termómetro de lo que ocurre en su estrenada casa

Preguntas sin respuesta

¿Es en realidad el tope máximo para operaciones fijado en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud una garantía o un recorte encubierto de prestaciones?

¿Premiará la nueva ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín, a los ‘pata negra’ sanitarios del PSOE que auxiliaron a Tomás Gómez en las primarias?

¿Qué ministra le ha vuelto a ganar la batalla a un alto cargo del ministerio, deseoso de quedarse con parte de las competencias de la primera?

¿Qué aseguradoras sanitarias estudian su fusión ante la contracción que experimenta el sector por culpa de la crisis? ..