Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’
Cuentan los que a ellas asisten que las Comisiones de Farmacia del Consejo Interterritorial de Salud son un auténtico poema. Un poema para los representantes del Ministerio de Sanidad, y un poema para las autonomías, que se desesperan ante la tibieza y la inactividad de los primeros frente el problema gigantesco del gasto. Pero, en contra de lo que pudiera parecer, no son los directores de Farmacia de los feudos del PP los que más protestan en dicho foro contra la inacción de Leire Pajín y sus altos cargos, ni mucho menos. Ni tampoco los nacionalistas de CiU, recién aterrizados en Cataluña, pese al auténtico agujero que se han encontrado en las cuentas públicas, y del que culpan a sus antecesores del tripartito. Los más cabreados con la política de “aquí no pasa nada” del ministerio y con su supuesta condescendencia hacia algunos agentes del sector son, pese a formar parte del mismo partido, los enviados de las autonomías socialistas. Cuentan los que asisten a estas citas o “vídeo-citas”, según lo que toque, que Aragón y, especialmente, Andalucía, han sido últimamente los territorios más beligerantes, y que, incluso, han llegado a mostrar abiertamente su indignación ante el letargo ministerial frente a la bancarrota, más acusado ahora que con Trinidad Jiménez al mando. Su enfado, dicen, deja corto, incluso, al que tiene la gallega Pilar Farjas contra la autoridad central. Y ya es decir.
Las quejas de momento estériles contra Pajín y sus lugartenientes van, sin embargo, creciendo día a día. En Economía empiezan a detectar el problema y a ser conscientes de que el efecto del ‘tijeretazo’ se esfuma como un azucarillo ante la rodante bola de nieve en que se ha convertido el gasto. También lo muestran por la vía de los hechos las autonomías que han decidido legislar por diferentes vías. Y, por supuesto, el PP a nivel central, que se pregunta varias cosas que todavía no tienen respuesta. En una antológica proposición de ley, se extraña de que Sanidad renunciara a aplicar el duro, pero eficaz Sistema de Precios de Referencia que regía en la época de Ana Pastor. Se cuestiona, también, por el Plan Estratégico de Política Farmacéutica, que fijaba 11 líneas y 67 medidas que incidían en diferentes eslabones de la cadena del medicamento. ¿Qué fue de él? ¿Y del segundo plan que debía sustituirle, anunciado por el ministerio hace ahora casi dos años? Del primero, no hay balance alguno, y del otro, no se sabe nada. Pero hay más. Las comunidades siguen sin tener una participación real en la política farmacéutica, o en la revisión del nomenclátor. Tampoco tienen voz en la autorización de nuevos fármacos. El PP recuerda que la errática política de precios de referencia ha sido cuestionada hasta por la Audiencia Nacional. Y lamenta, con acierto, que la política de reducción del gasto del ministerio ha provocado efectos tan “indeseables”, como “la búsqueda de soluciones dispersas, heterogéneas, cuando no contradictorias por parte de las comunidades, para reducir el gasto”, debido a la “ausencia de liderazgo que, por ley, corresponde al ministerio”. ¿El resultado de este dislate? 17 modelos farmacéuticos que ponen en cuestión la cohesión territorial.
Preguntas sin respuesta
¿Qué ministerio diferente del de Sanidad ha puesto estos días sobre la mesa la posibilidad de liberalizar la farmacia española?
¿Emplearía el Gobierno en caso de decidirse a hacerlo la futura Ley de Servicios Profesionales como instrumento?
¿Qué conocido miembro de la industria no quiere ver ni en pintura el Código de relaciones con los medios de comunicación?
¿Qué laboratorios se han convertido en asiduos de la embajada de Estados Unidos en España?
¿Por qué insiste Sanidad en dejar en blanco el margen de los fabricantes de productos, provocando las iras de las autonomías