El Ejecutivo mandó un documento en el que se refleja in recorte de 15.000 millones para Sanidad y Educación
¿Qué patronal abandona finalmente su sede y se trasladará a María de Molina para transmitir imagen de austeridad?
¿Qué otra patronal sufrió un incendio en su sede este verano, del que se salvaron los principales documentos de la misma?
¿Qué tercera patronal recibe elogios por su política de comunicación y por el posicionamiento y su influjo en el sector?
¿Por qué Semfyc da palmas por la llegada de José Luis Llisterri a la presidencia de Semergen?
¿Qué dos patronales rechazaron propuestas de financiación que les había formulado el equipo de este médico valenciano?
No se trata de ser pájaros de mal agüero ni de chafar la fiesta a nadie, pero la marcha de los acontecimientos casa mal con el sorprendente optimismo antropológico que mostraban algunos ilustres representantes del sector a principios del pasado mes de agosto. Al final, habrá este mismo año una nueva oleada de ajustes en Sanidad. Que sean en octubre, en noviembre o en diciembre dependerá de la intensidad del frenazo de nuestra economía, del ritmo de caída de la recaudación impositiva, y del grado de presión al que nos sometan los socios europeos, pero los habrá. Y los habrá porque en esta tormenta perfecta que ha conformado la crisis sobre España confluyen un conjunto de factores de difícil, por no decir, imposible, resolución. El primero es que el país no tiene dinero, y lo poco que le queda debe destinarlo a sufragar prestaciones como el desempleo y el creciente interés de la deuda. El que no lo quiera ver es que está ciego. De donde no hay, no hay y no se puede sacar nada, luego habrá que ofrecer mucho menos de lo que se está ofreciendo ahora para poder pagarlo, aunque sea en plazos más largos.
El segundo factor procede del exterior. Varios países, como Alemania, solo accederían a prestarnos el dinero que no nos conceden los mercados por las dudas sobre nuestra economía si recortamos gasto y nos apretamos de verdad el cinturón. Angela Merkel negará toda ayuda mientras compruebe, por ejemplo, que prestaciones por las que pagan los alemanes son gratis aquí. Cabe prever un ajuste del catálogo actual, algo en lo que el ministerio lleva ya tiempo trabajando. La tercera razón es intrínseca. Las autonomías están secas y no tienen para más. En agosto, las farmacias valencianas no habían cobrado un euro por sus servicios, y en Cataluña el consejero de Hacienda, Andreu Mas-Colell, reconocía que Cataluña carecía de fondos para pagar la luz, la vigilancia o la limpieza de las dependencias públicas. El cuarto motivo para la preocupación del sector sanitario reside en que hay miembros del Gobierno, con Luis de Guindos y Cristóbal Montoro a la cabeza, que consideran que existe margen de maniobra para realizar más ajustes en esta área. Al primero no le temblará el pulso a la hora de tomar medidas para mitigar la nefasta evolución de la prima de riesgo y el interés del bono a diez años, y si no las ha adoptado ya es porque Mariano Rajoy le ha hecho pisar el freno. El segundo ha tenido más de un roce con Ana Mato, que cree que la suya debe ser la última área en tocarse, y aguarda la ocasión para recabar nuevos ahorros con los que sofocar las arcas públicas.
¿El último elemento? Los planes que el Ejecutivo envió a Bruselas para obtener un aplazamiento en el objetivo del déficit. Con media función pública en pie y con todas las autonomías atrincheradas en sus barricadas intentando salvaguardar los muebles y las prebendas, la Sanidad vuelve a ser un camino a explorar. El documento habla de un recorte para las administraciones de 15.000 millones para este sector y Educación entre 2013 y 2014, más de lo proyectado inicialmente.