La patronal de la industria farmacéutica radicada en España es un ejemplo de funcionamiento
| 2009-12-04T16:19:00+01:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Pueden cuestionarse sus ideas, ponerse en solfa sus idílicos argumentos sobre la responsabilidad de los medicamentos en el abultado crecimiento del gasto público sanitario, y hasta lamentar su estilo sosegado, tan aburrido para los periodistas ávidos de guerras y de titulares relumbrantes. Pero de lo que no se puede dudar es del salto de calidad que ha dado Farmaindustria como patronal de ocho años a esta parte. A diferencia de otras organizaciones y entidades empresariales sanitarias, anquilosadas en el intrincado mundo de las prebendas y los intereses personales, los directivos que componen hoy la punta de lanza de los laboratorios farmacéuticos cumplen a la perfección el trabajo para el que han sido contratados: defender a ultranza de sus representados. Y lo hacen de una manera profesional, sin estridencias ni rodillos destinados a combatir las voces díscolas. Donde había opacidad, ahora hay transparencia. Donde antes imperaba la clausura, ahora reina algo de luz. Donde antes se imponían los vasallajes, ahora gobierna la política de puertas abiertas. Y el resultado de todo ello está ahí: los laboratorios que operan en España lograron sobrevivir a la rancia percepción sanitaria de Elena Salgado y Fernando Puig de la Bellacasa, superaron el inicio de la crisis y han atravesado indemnes el corazón de la misma, 2009, cuando todo el mundo hablaba de la inminencia de rebajas directas de precios y otras medidas punitivas muy severas para el sector.

Frente a ello, su director general, Humberto Arnés, y el fantástico panel de expertos que le rodea han sabido coger el toro por los cuernos y anticiparse a las circunstancias. En lugar de dejarse atropellar por el tren, apostaron por subirse a él y firmaron un acuerdo con el Gobierno sobre el empleo, la investigación y las exportaciones. Un balón de oxígeno para un Ejecutivo asmático que, en cierta forma, blindará también a las compañías farmacéuticas durante 2010 si el Ministerio de Sanidad contiene las embestidas de las comunidades y congela las pretensiones financieras de Madrid, Galicia y, sobre todo, los feudos autonómicos del propio PSOE, algo que parece muy probable. La foto de Farmaindustria con UGT, el gran capital caminando por la misma senda que los sindicatos, es el ejemplo perfecto del cambio de mentalidad propagado por la patronal, un signo de los nuevos tiempos que Arnés y su equipo supieron atisbar con el apoyo tácito de Jesús Acebillo, el factótum de la revolución. ¿Se imaginan a Nicolás Redondo lanzando parabienes a la industria farmacéutica en los tiempos en los que ésta casi tiene que echarse al monte? Hubiera sido impensable.

La patronal no habría operado tal cambio sin los miembros que la componen. Hoy, da gusto intercambiar opiniones con el experimentado José Ramón Luis-Yagüe, escuchar los análisis técnicos del joven Pedro Luis Sánchez, u oír la voz de José Zamarriego, último representante de una saga sanitaria mítica en España. También es un lujo debatir con ese cerebrito jurídico llamado Lourdes Fraguas, o discutir desde el diálogo con la siempre franca Icíar Sanz, por citar sólo algunos ejemplos.

Preguntas sin respuesta

¿Qué dos comunidades socialistas defienden, como Madrid, la necesidad de instaurar los precios Jumbo para solventar la angustia financiera?

¿Quién alertó por teléfono a Humberto Arnés del anuncio de Juan José Güemes desde los salones del Hotel Ritz?

¿Qué alto cargo de la Consejería de Sanidad de Madrid, además de Güemes, es el gran valedor de los Jumbo?

¿Qué producto farmacéutico es el más afectado por las demoras de la Agencia Española del Medicamento en los trámites de aprobación?

¿Por qué decrecen los presupuestos de Farmacia del ministerio y de numerosas autonomías para 2010?