Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’ | viernes, 14 de septiembre de 2012 h |

Falta por acometer una liberalización de servicios que podrá afectar a las profesiones sanitariass

¿Qué persona vinculada a Alarilla con pasado en un conocido laboratorio está en el punto de mira de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)? ¿Qué cargo hubiera ocupado en el Colegio de Médicos de Madrid esta persona si hubiera ganado las elecciones el ginecólogo?

¿Qué alto cargo del Ministerio de Sanidad que no es Pilar Farjas dice encontrarse desubicado y desaprovechado en su trabajo?

¿Qué dos laboratorios nacionales están muy molestos con el presidente de una sociedad científica? ¿Por qué?

¿Qué consejero de Sanidad del PP critica al Ministerio de Sanidad por la gestión del caso de la asistencia a inmigrantes?

Es posible que alguien todavía se pregunte que en qué afectará a la Sanidad la decisión del Mario Draghi de comprar bonos españoles en el mercado secundario de deuda y el respaldo explícito que la canciller alemana, Angela Merkel, ofreció en Madrid a las reformas impulsadas hasta ahora por el Gobierno de Mariano Rajoy. La respuesta es que ambas circunstancias influirán en el sector, y mucho. Las conclusiones sanitarias que conviene tener presentes tras un jueves que resultará determinante para el futuro inmediato de la economía española son las siguientes.

Uno. El balón de oxígeno proporcionado por el presidente del Banco Central Europeo con el anuncio de la compra de deuda y la ayuda crediticia subsiguiente que recibirá nuestro país tendrán como principal contraprestación que España deberá cumplir el déficit sí o sí. Esto significa que no cabrán ya paños menores y que Estado y administraciones habrán de apretarse mucho más el cinturón en el último trimestre del año y durante 2013, a la vista de la desviación existente, para cumplir los objetivos marcados. Como ya se han subido impuestos, lo único que cabe hacer por ahora es impulsar un incremento de los ingresos por la vía de una subida de tributos indirectos como el de la gasolina, y una contención mucho mayor del gasto por parte de sus principales generadores: las autonomías. Caben, pues, nuevas medidas de ahorro farmacéutico, en línea con los planteamientos de Hacienda, el aplazamiento de pagos pendientes hasta el próximo año y una congelación de las pocas inversiones que iban a ponerse en marcha este mes de septiembre. Habrá que estar atentos además al proyecto de presupuestos generales del Estado, que será probablemente el más restrictivo de la democracia. Dos. España tendrá que ratificar que sus reformas van en serio para beneficiarse de la ayuda financiera, y deberá implementar algunas más. En este sentido, Luis de Guindos ya apuntó en el encuentro con Merkel que falta aún por acometer una liberalización de servicios que podrá afectar a las profesiones sanitarias, y una unificación del mercado para acotar las dispersas iniciativas que lo fragmentan por las autonomías. Esto no tiene que ser necesariamente malo para la Sanidad, aunque el primero de los puntos enfade a colectivos como la Enfermería o la Medicina, y podría incluso beneficiar a la industria biomédica, harta de luchar todos los días con 17 reinos de taifas y los caprichos de los que los dirigen. Tres. En esta carrera vertiginosa por cuadrar las cuentas y contentar a nuestros financiadores, España deberá adentrarse además en otras reformas no mencionadas, pero no por ello menos importantes. La sanitaria es una de ellas y han empezado a darse pasos al respecto, con la delimitación del derecho de asistencia. La prueba de fuego será la concreción del nuevo catálogo de prestaciones financiables a cargo del SNS. No es extraño que el ministerio le haya pasado la patata caliente al Consejo Interterritorial porque parte del ahorro futuro vendrá por este lado y se suscitará la polémica.