Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’ | viernes, 05 de octubre de 2012 h |

La industria no entiende la demora del ministerio a la hora de autorizar numerosos medicamentos

¿Dilapidará José Luis Llisterri el patrimonio que logró Julio Zarco para Semergen, para cubrir la falta de ingresos de la sociedad?

¿Qué sociedad de primaria ha comprado iPads para toda la junta directiva, mientras sus socios sufren rebajas de salarios?

¿Qué compañías afectadas por el ‘medicamentazo’ se han beneficiado por una decisión del ministerio? ¿Qué se comenta en el sector?

¿Qué nombramiento en el consejo asesor de Sanidad ha dejado estupefacto al sector?

¿Qué vínculo existe entre Agustín Rivero y un conocido médico de Atención Primaria en la comunidad de Madrid?

Lejos de calmar los ánimos y aplacar el nerviosismo imperante, las últimas decisiones económico-sanitarias del Gobierno y la omisión de otras importantes están abonando la incertidumbre en el seno de la industria farmacéutica que opera en España. La preocupación en estos momentos en la cúpula de multinacionales y compañías nacionales es máxima por el riesgo de España como país, por la evolución de la economía y por la nula certeza de que todas las medidas de ahorro implantadas hasta ahora sirvan para algo y vayan a quedarse finalmente ahí. En pocas palabras: la mayor parte de los directivos entiende que iniciativas como el plan de pago a proveedores han reducido la bola de nieve que aplastaba al sector, pero echan en falta verdaderas reformas, reformas sanitarias de calado que ahorren de verdad e impidan que dicha bola vuelva a crecer como ya lo está haciendo, y termine envolviendo de nuevo a sus empresas en una espiral de la que será muy difícil escapar. La iniciativa de Cristóbal Montoro para otorgar liquidez a las autonomías y permitir que estas abonaran sus facturas fue muy aplaudida. La falta de cash asfixiaba a numerosas empresas a finales del año pasado y ponía en un brete a los directivos de las grandes, incapaces de justificar ante sus matrices la necesidad de mantener el empleo en España en medio de los graves problemas de tesorería y de financiación que padecían. La idea de permitir al nuevo Fondo de Liquidez Autonómico que salde también deudas a proveedores constituye otra buena noticia. Sin embargo, existe la convicción de que esta puesta del contador a cero no será eterna y de que el problema volverá a emerger porque faltan medidas económicas y sanitarias verdaderamente estructurales que garanticen la sostenibilidad del sector, aunque sea en un entorno de sacrificios desmesurados.

Las quejas son variopintas, pero coincidentes entre las empresas. No se entiende, por ejemplo, que la Sanidad siga siendo un igual que un saco con un agujero por el que se pierden cientos de millones por culpa del despilfarro y la ineficiencia. No se entiende que no se introduzcan cambios drásticos de gestión, ni que haya comunidades que prohíban los pagos de fármacos a sus hospitales, con el fin de aparcar el problema del déficit al próximo ejercicio. La industria no entiende tampoco la demora del ministerio a la hora de autorizar numerosos medicamentos, ni que todavía no se haya fijado una unidad de mercado real, porque el panorama autonómico vigente en España multiplica la burocracia y obstaculiza, por ejemplo, la práctica de ensayos clínicos en hospitales pertenecientes a diferentes servicios de salud. Algunas empresas miran con admiración al Reino Unido, país que combina duras medidas de ahorro con facilidades extremas para la investigación que, a la larga, logran atraer capital. De momento, ni el proyecto de presupuestos generales del Estado para 2013 ni los enunciados del plan nacional de reformas que prepara el ministro Luis de Guindos contribuyen a mitigar los temores ni a atisbar luz al final del túnel.