Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’
Mientras Isacio Siguero y su cohorte de médicos generales de la OMC avanzan a paso de tortuga en la defensa de los intereses de sus representados, el espabilado Máximo González Jurado, listo donde los haya, les pasa raudo por la izquierda desde su sede del Consejo General de Enfermería. Lo mismo que Pedro Capilla, al que las tibias reacciones en contra de la Atención Farmacéutica le cogen ya con los deberes hechos desde finales de los noventa, cuando su proyecto empezó a ensayarse en una de las áreas sanitarias de Madrid, con Albino Navarro de director territorial del extinto Insalud. Si un cataclismo no lo impide, en menos de dos años regirá en media España la prescripción alternativa, y se habrá generalizado el seguimiento terapéutico de los pacientes por parte de los boticarios. Y todo ello ocurrirá ante la mirada abotargada de los complacientes representantes de los médicos, que prodigan estérilmente ahora sus pataleos después de meses y meses de inactividad y de declaraciones contradictorias e incongruentes que causan el desconcierto, cuando no la hilaridad, en las autoridades sanitarias. Un cero más en la negra hoja de servicios que dejará Siguero tras pasar por la OMC, y una rémora para Juan José Rodríguez Sendín, que no podrá hacer tábula rasa, partir de cero y presentar un pasado inmaculado en su nueva andadura al frente de la hoy devaluada corporación.
El PSOE, el mismo partido al que de forma burda apoyó la Permanente del Consejo de Médicos cuando Elena Salgado batallaba por su mal redactada ley del vino, ha vuelto a jugarles una pasada a Siguero y sus compañeros de viaje. Si se permite la expresión, ya les dejó colgados de la brocha cuando José Luis Rodríguez Zapatero, abrumado por las críticas que le llovían desde todos los sectores, decidió retirar la norma de la entonces ministra de Sanidad, y hoy lo hace de nuevo al recoger, punto por punto, las reivindicaciones de González Jurado, en una proposición de ley que parece redactada desde el Consejo General de Enfermería, en lugar de desde el Congreso de los Diputados, y a la que raro será que el PP se oponga. Como se ve, la capacidad de influencia de la cúpula de los médicos ante las autoridades es tan ínfima, como poderoso el despliegue de González Jurado, cuya capacidad de penetración entre socialistas, populares y nacionalistas ha quedado más que demostrada. Mientras Siguero y Sendín se contentan con leer las loas que les prodiga su ridículo aparatillo mediático, el presidente de los enfermeros les machaca de forma inmisericorde, destapa sus vergüenzas y se permite incluso el lujo de llamar simple licenciado al presidente de la OMC desde su posición de doctor universitario. Unos valen y otros no. Es lo que hay.
Como valen igual Capilla y numerosos presidentes de colegios farmacéuticos, que poco a poco ganan terreno para sus representados en una parcela tan decisiva como es la de elegir los medicamentos que recibirán los pacientes. A resultas de tales movimientos, no son pocas las compañías farmacéuticas que están orientando ya su actividad hacia boticarios y enfermeras, ante la desidia de la OMC.
¿Qué le comunicó por teléfono José Luis Barroso a Miguel Ángel Rubio el 14 de marzo de 2007, acerca de las obras realizadas por el Colegio de Médicos de Madrid en la sede de la calle Esparteros?
¿Por qué utiliza la empresa de catering del Colegio de Médicos de Madrid como interlocutor a Gabriel Jesús Núñez, director general de Uniteco, cuando sus instalaciones y eventos los gestiona Esbratina? ¿Qué petición recibieron los encargados del catering de un importante colegio de médicos en el despacho situado en el sótano de un hospital de una gran capital?
¿Por qué incluye el Colegio de Médicos la coletilla de que “por el momento” no apoyará el área única en Madrid, en el comunicado que lanzó al respecto? ¿Habrá un “momento” en el que sí la apoye?