Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’
La dramática situación de las cuentas públicas españolas causada por la nefasta gestión que el Gobierno ha hecho de la crisis va a jugarle una mala pasada al sector sanitario. Y más ahora cuando, después de meses de silencio empecinado por aquello de no enfadar a los sumisos sindicatos, el Ejecutivo parece atender, obligado, a las recomendaciones de Bruselas y se ha decidido por fin a poner sobre la mesa de la opinión pública la palabra: ‘recortes’. Facturas sombra, nuevas reducciones de márgenes para laboratorios, distribuidores y farmacias… Frente a las lógicas resistencias del Ministerio de Sanidad, que vio esfumarse su esperanza de vivir tiempos de paz ante la lluvia generalizada de críticas que recibió su primer borrador de Pacto por la Sostenibilidad, las comunidades autónomas, que son a fin de cuentas las que gestionan la asistencia y los recursos para llevarla a cabo, no cejan de presionar. Como ya se apuntó aquí hace dos semanas, si beligerantes se muestran los territorios del PP ante la bancarrota que sufre el sector sanitario español, no menos duros son los feudos socialistas, que asisten con incredulidad a la huida hacia delante que pretende protagonizar el Ministerio de Sanidad para dejar inmaculada la figura de su titular, Trinidad Jiménez, y despejar así su camino hacia los altares de Moncloa. Sea como fuere, lo cierto es que son las comunidades socialistas las que llevan en estos momentos la voz cantante en lo que se refiere a los recortes sanitarios, sabedoras de que sus mermados presupuestos les harán pasar agobios extremos a la vuelta del verano. Y la voz de algunos consejeros está siendo estos días estruendosa en Ferraz.
De todos los feudos sanitarios socialistas sólo dos titulares sanitarios se han mostrado partidarios de tocar el bolsillo ciudadano por la vía del copago para recortar gastos. Temerosos de la erosión que tal medida le supondría al Gobierno y, posiblemente, de su esterilidad a efectos de ahorro o como elemento disuasorio, el resto se decanta por introducir una vez más la tijera en el sector, para que, de nuevo, sea éste el que pague los platos rotos de la crisis económica. Sobre todo porque, como también se señaló aquí hace dos semanas, son sabedores de que Moncloa no admite en estos momentos ni juegos florales ni polémicas que resten votos, y porque atisban que esta vía será para el partido el mal menor con el que sortear la crisis. Su coste/beneficio es, entienden, mucho más rentable a efectos electorales. Y resultaría lógico que Sanidad se hiciera eco de las propuestas. Huyendo como huye de las polémicas Sanidad para no desgastar más a José Luis Rodríguez Zapatero, los recortes al sector son considerados “asumibles” por algunos altos cargos. Llegan pues tiempos difíciles para laboratorios, distribuidores y farmacias. Como llegarán también para todos los profesionales sanitarios, que verán congelados sus salarios por recomendación ministerial. Desde aquí hasta que concluya el nuevo pacto se verá qué patronales o grupos de presión tienen fortaleza suficiente para parar los golpes y cuáles no. La habilidad negociadora será fundamental para minimizar el impacto.
Preguntas sin respuesta
¿Qué entidad adscrita a la industria farmacéutica ha manifestado en privado su negativa rotunda a poner un duro para el Congreso Médico que Juan José Rodríguez Sendín prepara en Madrid?
¿Qué miembro de la OMC organizó un Congreso similar en tiempos de Ignacio Sánchez Nicolay y, al final, sólo fueron 140 asistentes, entre médicos y familiares? ¿Qué roto económico para la OMC supuso la organización de dicho encuentro?
¿Quién es el “abducido” y quién el “pastor de las ovejas” en el Foro de la Profesión Médica?
¿Qué organización sanitaria ha organizado un acto interno extraordinario para buscar salidas a la grave crisis económica que atraviesa?