Lo cierto es que nadie se atreve a afirmarlo con absoluta certeza, en parte por las limitaciones legales, pero hay muchos indicios que apuntan a que Pfizer no ha dicho su última palabra con respecto a su interés en comprar AstraZeneca. Así, según ha podido saber EG, en conversaciones con fuentes cercanas al proceso, hay bastantes posibilidades de que la norteamericana vuelva a la carga con una nueva oferta por la anglosueca a partir de noviembre, cuando concluye el plazo establecido por el artículo 2.8 del City Code on Takeovers and Mergers, normativa que rige sobre operaciones de este tipo que afecten a compañías con sede en el Reino Unido.
Concretamente, el artículo citado introduce una limitación a la presentación de propuestas de adquisición y a la compra acciones durante los seis meses posteriores a la realización de una oferta pública, así como a hacer declaraciones públicas de las que se pueda inferir el interés de la compañía cuya oferta había sido previamente rechazada, lo cual explicaría el silencio sepulcral que ha envuelto al proceso desde el pasado mes de mayo, cuando Pfizer hizo la última tentativa oficial.
Sobre estos indicios se han pronunciado analistas de BNP Paribas, citados por el New York Times el pasado mes de junio. Estos incluso se atrevían a poner precio a la operación, la cual, en su opinión, podría rondar los 75.000 millones de libras (unos 127,7 millones de dólares), con lo que se convertiría en una de las transacciones más costosas de las que han tenido lugar en este sector.
Y para dar credibilidad a quienes apuntan a meros motivos económicos para que la operación se cierre con éxito, basta echar la vista atrás y reparar en los argumentos que dieron los responsables de la anglosueca para rechazar la propuesta final de Pfizer. Concretamente, el presidente de AstraZeneca, Leif Johansson, reconoció que, “suponiendo que el resto de aspectos clave fueran satisfactorios, el precio para obtener una recomendación positiva por parte del Consejo tendría que ser más de 10 por ciento por encima del nivel que figura en la última propuesta de Pfizer, que sigue sin alcanzar la visión del consejo sobre el valor de AstraZeneca”.
¿Qué hay del resto de argumentos?
De este modo, si se da por buena la hipótesis de que el económico es el principal escollo que ha impedido el acuerdo entre las dos farmacéuticas, cabría hacer caso omiso, o al menos restar valor, al resto de motivos que ha ofrecido la anglosueca en sus continuas comunicaciones públicas, empezando por su intención de mantenerse como entidad independiente, dado el potencial que atribuye a su pipeline.
En alguna ocasión, además, llegó a cuestionar la estrategia de Pfizer. Así, en el mismo comunicado en el que Johansson aludía a la necesidad de aumentar la oferta, señalaba las posibles consecuencias de para los empleados de AstraZeneca, dado el supuesto ajuste estructural que aplicaría Pfizer en caso de que se cerrara la operación. Asimismo, hizo referencia a la propia devaluación que podría sufrir el pipeline, aludiendo a los efectos de anteriores compras de la firma norteamericana.