| viernes, 06 de noviembre de 2009 h |

Manuel Machuca, organizador del Congreso de AF

La sociedad crea profesiones para generar respuestas a problemas. A los que ejercen esos trabajos les diseña una formación y los remunera de acuerdo a la responsabilidad que su trabajo conlleva. Cuando una sociedad deja de necesitar un tipo de profesional lo hace desaparecer. No existirían médicos si no hubiera enfermedades, no hubo informáticos hasta que no se inventó el ordenador, los serenos se transformaron en aparatos con botones… Cuando se dice que se hará un plan nacional de formación continuada para afrontar la AF, o se afirma que “funciones que la ley exige al farmacéutico como la dispensación activa, la indicación y el seguimiento farmacoterapéutico o la farmacovigilancia, son un plus de calidad que la farmacia puede y debe ofrecer y no debe pedir remuneración por ello”, significa que ni unos ni otros conocen el verdadero alcance de la AF.

Algún día se tendrá que explicar por qué se dilapida el esfuerzo intelectual generado en relación a este tema, que no ha tenido impacto alguno en una implantación real. Se tendrá que explicar por qué hay tanta ley que habla de AF sin saber de qué se trata, qué es de lo que hay que proteger a los ciudadanos o qué derechos garantizarles. Se tendrá que contar a nuestros sucesores por qué intentamos ser los primeros y vamos a acabar en el furgón de cola. En definitiva, algún día habrá que decirles a los ciudadanos cómo sus gobernantes permiten que haya sufrimiento en los pacientes por un problema evitable y se siguen gastando grandes cantidades de dinero en pagar servicios muy costosos que se podrían haber ahorrado y usar parte de ellos para pagar profesionales que honestamente quieran ganarse el pan ofreciendo estos servicios.

¿Que se va a diseñar un nuevo plan de formación continuada y que no se van a pagar pluses ni pagas extras? Digo lo que el castizo: “Pues tú mismo”.