Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno
| 2011-11-14T10:00:00+01:00 h |

Por algo sigue siendo el mago del suspense. Fue Alfred Hitchcock quien acuñó un término que con los años se ha hecho mundialmente conocido: el Macguffin, ese palabro con nombre de hamburguesa que sirve para designar una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia de suspense, pero que a la hora de la verdad es totalmente irrelevante. Salvo en el nombre, Alfredo Pérez Rubalcaba no se parece en nada a Hithcock, pero ha aprendido mucho del maestro. Y la sanidad se ha convertido en el gran Macguffin de ‘Alfred’ Rubalcaba.

Más concretamente, su propuesta de destinar a sanidad 8.000 millones de euros adicionales en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado 2012. Este punto de partida se encuentra a la misma altura de lo que el Santo Grial es en la tercera película de Indiana Jones, de lo que tiene el maletín que John Travolta y Samuel L. Jackson tienen que recuperar en Pulp Fiction o de lo que es la isla de Perdidos. Son elementos que, a primera vista, parecen de una importancia vital, aunque cuando acaba la película nos damos cuenta de que sólo han servido para dar a conocer la evolución de determinados personajes.

Los 8.000 millones de Rubalcaba han empezado muy bien esta idea de guión. Tal y como están las cosas a nivel presupuestario, nadie tiene claro, para empezar, de dónde saldrán. Algunos dudan incluso de que vayan a existir.

Eso por no hablar de su destino. Llevarlos a sanidad implica un cambio en el modelo de financiación, que hace mucho que dejó de ser finalista. Hubo acuerdo en el Interterritorial de financiación de Trinidad Jiménez para destinar a sanidad de manera finalista inyecciones económicas adicionales. Este compromiso tomó forma en el de Leire Pajín con estos 8.000 millones. Pero quien realmente debe decidir, el Consejo de Política Fiscal, ni siquiera lo incluyó en el orden del día. Es más, días antes de que se reunieran Elena Salgado y los consejeros de Economía, el portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs, apostó por no destinar a sanidad esos 8.000 millones, sino a “cubrir déficit” en general.

Es decir, se han llenado páginas y páginas de periódicos con algo que, a fecha de hoy, no es más que aire. Tan sólo un espejismo digno de alguien que, como es sabido, controla la maquinaria estatal como nadie, que es experto en no dar pistas (recuérdese la ambigüedad con la que trató su decisión de dejar o no la vicepresidencia del Gobierno) y que también sabe dar a la audiencia lo que quiere, pero sin colmar nunca las expectativas.

Y el público siempre quiere más de Rubalcaba, eso está claro. Y por eso acumula fans en las encuestas del CIS, para disgusto de Mariano Rajoy, que ya daba por seguro un blockbuster del PP para las próximas elecciones generales. Que se ande con cuidado el líder popular. No en vano, hablamos de alguien que llegó a correr los 100 metros lisos en 11,2 segundos en los campeonatos nacionales universitarios en 1975 y que entre 1992 y 2011 ha sido ministro de Educación y Ciencia, de Presidencia y del Interior; portavoz del Gobierno en dos ocasiones; portavoz del PSOE en el Congreso; y vicepresidente primero.