Santiago de Quiroga
El primer ministro de Sanidad y Seguridad Social (nada que ver con las competencias de ahora, claro), que fue mi buen amigo Enrique Sánchez de León, se refería a los altos cargos, con él a la cabeza, como los “interinos”. Conociendo su sentido del humor e inteligencia, calificar la labor de un ministro con el sarcasmo de la etiqueta provisional es, al mismo tiempo, un ejercicio de humildad. Porque a los altos cargos se les suele olvidar que están de forma provisional y que la influencia y el respeto se acaban, y dan paso a lo que uno ha sembrado en política.
Este Ministerio de Sanidad tiene la maldición de la historia inacabada. A pocos ministros de “Sanidad y” se les permite acabar la legislatura. Unos por abandono tras el derribo, otras porque ya no aguantaban más a médicos, farmacéuticos e industria, y se cambiaron la cartera. Y es que aquí uno vale para ser ministro de cualquier cosa, y si no le va bien una cartera, pues le damos otra, ya que las carteras pertenecen a nadie, o sea, al viento.
Trinidad Jiménez lo quiere intentar en la Comunidad de Madrid contra Esperanza Aguirre. Una ministra de Sanidad que gestionó bien, pero poco. Apenas ha tenido tiempo de hacer algo y ya está con otro proyecto político en el que quizá hará nada. El Ministerio de Sanidad va a menos. Y los ministros, cada vez más interinos, cuelgan el “Aquí no hay quien viva” y se van a sembrar a otro lado.