La industria farmacéutica norteamericana apoya la reforma sanitaria de Obama
| 2009-06-28T18:00:00+02:00 h |

Miguel Ángel Tovar es director

asociado de Contenidos en Barcelona

Hay industrias que reciben ayudas del Gobierno a modo de salvavidas contra la crisis. Otras, en cambio, no reciben ayuda alguna. Y a otras, incluso, les toca apretarse el cinturón. Es el caso de la industria farmacéutica en Estados Unidos. Allí, la patronal farmacéutica norteamericana (PhRMA) acaba de anunciar la aprobación tentativa de un descuento de hasta 80.000 millones de dólares, que se aplicará a lo largo de la próxima década sobre los medicamentos que son financiados a través de programas públicos como Medicare, que da cobertura sanitaria a mayores de 65 años o a personas que presentan determinadas discapacidades. Se supone que ésta pretende ser la aportación de la industria farmacéutica para ayudar al presidente Barack Obama a realizar su ambicioso plan de reforma de la sanidad. Durante su campaña electoral Obama prometió ampliar la cobertura de la población, una de las grandes asignaturas pendientes de aquel país, en el que más de 45 millones de personas no tienen aún acceso a la sanidad pública. En los noventa la industria se opuso ferozmente a una reforma planteada por Bill Clinton en parecidos términos, llegando a combatir la iniciativa con anuncios de televisión. Con estos antecedentes no es de extrañar que haya más de un escéptico convencido de que Obama fracasará en su intento. Éste ya les ha contestado con su célebre eslogan de campaña: “Yes we can”.

El presente acuerdo demuestra un cambio de actitud y un enfoque más colaborativo. La medida permitirá beneficiar a los más de tres millones que son víctimas de lo que popularmente se conoce como el ‘agujero del Donut’: los pacientes deben financiar de su bolsillo lo que sobrepase los 2.700 dólares anuales de gasto en medicamentos de marca y hasta un límite de 6.100 dólares por año (4.350 dólares según otras fuentes), a partir del cual vuelve a ser financiado con recursos públicos. La aportación de la industria serviría para que los pacientes paguen sólo la mitad del coste, con lo que es de prever que al menos mejore el cumplimiento de los tratamientos, ya que algunas personas reducen las dosis o dejan de tomar su medicación cuando caen en el ‘agujero del Donut’.

Si bien algunas compañías han criticado de manera explícita que se les exija un mayor esfuerzo precisamente en un momento de grave crisis económica, con el citado acuerdo la industria parece haber comprendido que la reforma es inevitable y ha preferido minimizar su impacto, evitando la adopción de medidas mucho más perjudiciales para sus intereses, como un recorte de los precios. A priori, una ampliación de la cobertura a personas que actualmente carecen de ella hace suponer que la industria obtendrá unos ingresos adicionales, que un analista de Miller Tabak ha estimado entre 15.000 y 18.000 millones de dólares. No obstante según un informe de Datamonitor, la reforma tendrá un impacto negativo en el crecimiento del sector y quienes más podrán beneficiarse serán las empresas de genéricos y de biosimilares.

A primeros de año la industria aumentó el precio de muchos medicamentos por encima de un 15 por ciento, lo que levantó algunas voces críticas en su contra. Según han explicado las propias compañías, lo que se proponen es paliar los efectos de la actual coyuntura y sacar el máximo provecho antes de que expiren las patentes y aparezcan competidores. Diversos factores han contribuido a que durante los últimos años la capacidad competitiva del sector se haya ido debilitando, por lo que lo último que ahora desea el sector es un sistema público fuerte que le imponga una reducción de precios. Las farmacéuticas están convencidas de que el resultado sería una menor inversión en I+D y una capacidad innovadora aún más mermada, con lo que al final quien perdería sería la sociedad en su conjunto.