La enfermedad renal crónica (ERC) afecta en nuestro país a un 10 por ciento de la población, una cifra que aumenta en determinados grupos de riesgo como en pacientes con hipertensión arterial o diabetes mellitus. Además, muchos de ellos están en los estadíos finales de la enfermedad y, por tanto, en tratamiento renal sustitutivo (diálisis peritoneal o hemodiálisis y trasplante renal).
En concreto en la Comunidad de Madrid, tal y como destacó José Antonio Herrero, presidente de la Sociedad Madrileña de Nefrología, durante la celebración de la décima reunión anual de esta institución, “según el último registro realizado por la sociedad, 6.304 pacientes se encuentran en tratamiento renal sustitutivo, de los cuales 3.529 son trasplantados, 2.424 se encuentran en hemodiálisis y 351 en diálisis peritoneal; además, en 2013 se realizaron un total de 406 trasplantes renales”.
Unos datos que ponen de manifiesto los grandes retos que tiene ante sí la sociedad presidida por Herrero hoy en día. A nivel asistencial, el presidente destacó la importancia de la prevención y de conseguir un diagnóstico precoz de la enfermedad renal “para lograr la detención de la progresión de la insuficiencia renal”, un reto sobre el que se debatió durante la reunión con el fin de conseguir una mayor y mejor organización que permita alcanzar este objetivo.
Ya más centrado en la especialidad en sí misma, Herrrero también recordó la necesidad de “redefinir la cartera de servicios más allá de las enfermedades renales agudas y crónicas y el tratamiento renal sustitutivo con la inclusión de la Nefrología Diagnóstica e Intervencionista o las técnicas de aféresis, entre otros servicios”.
Comorbilidades
Otro de los grandes problemas que existe en la patología renal es que hay que atender no solo a la enfermedad en sí, sino también a las diferentes comorbilidades y factores de riesgo asociados a su progresión, así como a sus posibles complicaciones. Entre las comorbilidades más frecuentes, Herrero destacó la alteración del metabolismo óseo, debido a que los huesos se descalcifican entre otras razones por la imposibilidad de producir vitamina D, lo que se acompaña de un aumento del riesgo cardiovascular. En este sentido, el presidente de la Sociedad Madrileña de Nefrología repasó una serie de trabajos que demuestran que “el tratamiento con activadores selectivos del receptor de vitamina D reduce la mortalidad de los pacientes en diálisis”.
En cuanto a los trasplantes renales, el centenar de profesionales allí reunidos coincidió en su papel clave, destacando sobre todo el trasplante renal anticipado a la diálisis, antes de comenzar el tratamiento renal sustitutivo, una situación en la que el trasplante de donante vivo es fundamental. Asimismo, también se destacó el problema de la edad biológica, que en muchas ocasiones se convierte en una limitación para este tipo de intervención, ya que implica un mayor número de patologías concomitantes a la enfermedad renal. Un concepto, el de edad biológica, que no tiene nada que ver con el de edad cronológica ya que, como aseguró Herrero, “cada vez es mayor el número de pacientes trasplantados con edades superiores a los 75 y 80 años”.