a.c.
Valladolid
La implicación de las oficinas de farmacia en la notificación de posibles reacciones adversas a medicamentos no es ninguna novedad. Sin embargo, lo que antes no dejaba de ser un acto de fidelidad a su rol de agente sanitario, la nueva directiva de Farmacovigilancia aprobada por el Europarlamento el pasado 22 de septiembre lo ha convertido en responsabilidad directa, al aumentar su protagonismo y señalarles como agentes directos de la supervisión del correcto efecto de los fármacos. No sólo eso, sino que también se revelan como protagonistas para introducir en estos procesos de notificación al nuevo agente que pone en escena esta directiva: el paciente.
Precisamente, el nuevo rol en el campo de la farmacovigilancia de farmacéuticos y pacientes fue ampliamente debatido por los asistentes a las X Jornadas de Farmacovigilancia, que se celebraron los pasados 30 de septiembre y 1 de octubre en Valladolid. Unas jornadas que “no podían tener mejor momento de celebración, con la nueva directiva recién salida del horno”, según comentó a EG Alfonso Carvajal, director del Centro de Farmacovigilancia de Castilla y León y presidente del comité científico del evento.
Respecto a las novedades que aporta el texto en la labor puramente profesional de los farmacéuticos, los expertos reunidos en Valladolid resaltaron que son cambios “más tangibles en la teoría que en la práctica”. Es decir, que desde las oficinas de farmacia “ya se viene realizando una importantísima labor en lo concerniente a la seguridad de los medicamentos, aunque ahora esta directiva sí reconoce cierta obligatoriedad positiva a la responsabilidad que ya asumían”, indicó Carvajal. Así, las nuevas responsabilidades para el farmacéutico son “indirectas”, relacionadas con la concienciación a los pacientes de que sean notificadores de las posibles reacciones que sufran en la toma de su medicación.
En este sentido, Carvajal consideró que desde las oficinas de farmacia se puede “atraer” a los pacientes a este proceso. “En la actualidad, las farmacias tienen una mayor relación con los pacientes que va mucho mas allá de la entrega de medicamentos. Es una relación más directa y personal, lo cual debe ser aprovechado para animarles a comunicar todo aquello relacionado con la toma de su medicación”, apuntó.
Con la entrada de los pacientes en la notificación de posibles efectos adversos se busca también conseguir, según Carvajal, “una mayor información sobre reacciones en colectivos que no son objeto de estudio en el proceso de fabricación de los medicamentos, como puede ser los ancianos”.
Alinearse con Europa
Ese intento por contar con mayor información sobre reacciones adversas a fármacos en determinados colectivos, con especial énfasis en los de nueva comercialización, es uno de los motivos que animaron con anterioridad a países europeos, como Suecia, Dinamarca o Reino Unido, a integrar a los pacientes en sus sistemas de notificación nacionales. Ahora, con la aprobación de esta directiva, se apuesta por ello en toda Europa.
España ha recogido rápidamente el guante. De esta manera, en estas X Jornadas de Farmacovigilancia se presentaron las líneas maestras de un proyecto piloto sobre notificación por parte de los pacientes, que arrancará en breve bajo la supervisión del Centro de Farmacovigilancia de Asturias. Un piloto en el que también se estudiará la facilidad de acceso de los pacientes a esa misma información que generan, una transparencia informativa recogida en la nueva directiva.
Por otro lado, cabe destacar que los centros de farmacovigilancia existentes en todas las comunidades autónomas serán otros de los beneficiados por la nueva normativa. Y es que, la creación al amparo de esta norma de una “notificación centralizada” a través de una base de datos compartida por toda Europa facilitará el intercambio de información con otros centros continentales análogos, así como mayor rapidez en los avisos urgentes que se efectúen entre autoridades sanitarias.