En la última década España ha invertido mucho en TICs aplicadas a la Sanidad. Ha llegado el momento de innovar en servicios. La visión de los proveedores de servicios y tecnología coincide con la experiencia que empieza a despuntar en algunas comunidades. “Hoy, hacer ir y venir al paciente sin necesidad, trabajar sin ayuda a la toma de decisiones, sin información suficiente, es hacer daño”. Así lo aseguró Ángel Blanco, director de organización y procesos de IDC Salud.
Este experto ofreció varias pistas de hacia dónde debe dirigirse la innovación en servicios: aprender a hacer las cosas sin el paciente (por ejemplo, comunicación de resultados sin necesidad de pedir cita); hacer las cosas donde está el paciente, y no al revés (asistencia no presencial) y un paciente conectado y que sea coautor de su propia historia clínica. Se trata, en el fondo, de una idea derivada de la demanda clásica del cambio de papel de los servicios asistenciales en la asistencia sanitaria, o dicho de otro modo, de pasar de un modelo de agudos a otro de crónicos… Un modelo, por ejemplo, donde el hospital se acerque a la casa del paciente con un nuevo rol de seguimiento continuo sin afectar la vida cotidiana de este.
Pero ese camino ya se ha hecho, o al menos se empieza a andar sobre él. Así lo ponen de manifiesto las experiencias de Madrid, Galicia, País Vasco o Cataluña. Sus máximos responsables en el apartado de tecnologías y sistemas de información, Zaida Sampedro; Julio García; Mikel Ogueta y Francesc García, respectivamente, apuntan a una demanda creciente de servicios como las consultas no presenciales; la telemonitorización; las interconsultas entre profesionales o el autoseguimiento del paciente gracias a carpetas personalizadas de salud que le mantienen en contacto directo con su médico.
La visión de futuro de las TIC aplicadas a la cronicidad forma parte de la agenda de todas las administraciones sanitarias. Las estadísticas indican que cerca del 35 por ciento de la población española superará los 75 años en el año 2050, y la OMS apunta a que en el futuro el 75 por ciento del gasto sanitario público irá asociado al envejecimiento.
Aunque el salto está siendo cualitativo, las administraciones también consideran que las nuevas tecnologías se están incorporando con retraso en el campo de la salud. Según Ogueta, “hay que trabajar más en equipo y elegir adecuadamente a los líderes y falta una cultura de benchmarking para ver lo que hacen otras regiones”. Sampedro también cree que las Administraciones del sector sanitario deben ser capaces “de analizar y copiar lo que se ha hecho desde otros sectores” más avanzados en TIC.
Junto a los retrasos también hay peligros. Blanco previene también del que denomina ‘efecto Decathlon’, o sensación de que se está construyendo un nuevo sistema a base de poner a disposición del paciente multitud de aparatos tecnológicos. “Cuando una tecnología madura es invisible. Lo importante es el servicio que damos detrás”, dice.