| domingo, 16 de noviembre de 2008 h |

José María López Alemany

Que la implantación de los precios de referencia (PR) es una medida destinada a aportar ahorro al SNS es una obviedad. Que hay algunas compañías que, a saber con qué objetivos casi nunca logrados, reducen sus precios hasta límites que difícilmente permiten una rentabilidad en sus productos, obligando al resto de su competencia a hacer lo mismo, es un hecho. Pero, a pesar de la existencia de ambas realidades, la Administración no debería olvidarse de que también tiene que pensar en la sostenibilidad de todos los agentes del sector para que puedan seguir contribuyendo al sistema sanitario.

Desde que se instauraron los PR en España se vio la necesidad de establecer un mínimo que garantizase la producción y abastecimiento de medicamentos. Ese umbral se fijó en dos euros (3,12 a PVL). De esto hace ya unos cuantos años y, a pesar de las reiteradas solicitudes realizadas, el límite sigue inamovible y tampoco se ha establecido un límite similar a los precios menores. En este caso nos encontramos con la paradoja de que muchos medicamentos cuestan menos que una bolsa de pipas o un chupa-chups.

A pesar de que año a año la situación empeora y los dos euros cada vez valen menos, ya ha dicho la directora general de Farmacia, María Teresa Pagés, que los PR sólo están para ahorrar.

No obstante, el ahorro que se consigue manteniendo ese límite sin actualizar, o por no poner un límite a los precios menores, es mínimo en el conjunto de la factura, pero es muy importante para la sostenibilidad de diversos de los agentes del sector, en los que creo que es necesario pensar.