José María López Alemany
Una barbaridad y una chapuza de real decreto ley. Eso, y que probablemente sea inconstitucional, es lo único que se puede decir sobre el RDL 8/2010. Aparte del efecto de la rebaja del 7,5 por ciento, lo primero que me llama la atención es que una ley tenga un artículo pensado sólo para un particular, como es el caso de los medicamentos que estén en conjuntos del SPR inactivos. Tal vez me equivoque, pero creo que solo afecta a la olanzapina.
Además, la gran chapuza del RDL, que ha traído de cabeza al sector a la búsqueda de una solución, es la ausencia de un procedimiento adecuado para aplicar el descuento y, especialmente, qué ocurre con las ventas a través de receta privada. Más de 80 millones están en juego y, lógicamente, ningún agente quiere perder su parte alícuota. Mucho me temo que esto dé lugar a un enfrentamiento a tres partes que pueda desencadenar en dobles precios en la farmacia: europeos para las recetas privadas e intervenidos y con descuento para las del SNS.
Pero la barbaridad más grande del RDL es la situación en la que deja a la distribución. Es confiscatorio con este agente ya que le va a obligar a vender en pérdidas todo lo que tenga en stock el 31 de mayo. Una cosa es reducir precios, márgenes o lo que se le ocurra a Elena Salgado y otra muy distinta es que tu actividad económica te genere pérdida por obra y gracia de un RDL.
Llevamos más de dos años de crisis y la miopía voluntaria o no del Gobierno ha permitido llegar a una situación desesperada en la que se han hecho rápidamente dos RDL que, además de llevar a la ruina al sector, son una verdadera chapuza. Creo que ni el sector ni los ciudadanos nos lo merecemos.