| viernes, 17 de diciembre de 2010 h |

José María López Alemany

Por primera vez en España la receta médica dejará de ser un documento esencialmente económico, un medio de pago, para convertirse en esencialmente clínico. Algunos, especialmente desde las administraciones públicas discreparían de esta afirmación que hago, pero la realidad es que hasta el momento la receta médica sólo estaba regulada para el ámbito del Sistema Nacional de Salud, y no para el ámbito de la sanidad privada, por un lado. Y por otro, este documento raramente se utilizaba para la prescripción de medicamento que no estuvieran financiados. De este modo, la realidad es que las recetas médicas oficiales contenían solo aquellos medicamentos que requirieran prescripción y además, que estuvieran financiados.

El paso dado es muy importante, ya que permitirá o incluso incentivará que los médicos hagan uso de la receta para prescribir al paciente medicamentos no financiados. Algo muy útil tanto sanitaria como económicamente.

Habrá que esperar a ver exactamente el texto del real decreto aprobado, una vez que lo publique el BOE, para determinar si finalmente el farmacéutico, al igual que el médico, podrá introducir en el sistema los medicamentos sin receta que indique a los pacientes. Se trata de una característica que sería imprescindible para cerrar finalmente el círculo del seguimiento farmacoterapéutico de los pacientes. Esto posibilitaría por ejemplo, como dice el director general de Anefp, Rafael García Gutiérrez, que un cardiólogo debería saber que su paciente está tomando un producto sin receta con alto contenido en sodio. Es solamente un ejemplo, pero que da sentido por sí mismo al nuevo RD.