José María López Alemany
Cualquier institución, organismo, empresa o incluso persona que no luche cada día por mejorar, por ser más competitivo o por tener más éxito, está condenada al fracaso. Pero siempre hay que hacerlo sopesando las posibilidades y los riesgos. Por ese motivo, es digno de aplauso que las autoridades sanitarias hagan todo lo posible para mejorar el SNS como, por ejemplo, atajar las listas de espera. Éste es uno de los puntos que va a abordar el Consejo Interterritorial del SNS que se celebra esta semana. En concreto, informarán sobre el proyecto de real decreto por el que se establecen los criterios marco para garantizar un tiempo máximo de acceso a las prestaciones sanitarias del SNS.
Una garantía de tiempo máximo que, como es lógico, requerirá de un mayor número de recursos económicos, materiales y humanos que, en la actualidad, el sistema no tiene. Por ese motivo, son muy reveladoras las palabras de Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, que se ha atrevido a advertir incluso que alguna comunidad autónoma podría pasar a una situación de alerta máxima defcom-2 en los próximos meses en el ámbito de la sostenibilidad financiera de su sistema sanitario.
Si esa advertencia, de la que no tengo que dudar, fuera cierta, ¿por qué seguimos empeñados en complicarla aún más añadiendo nuevos servicios a la cartera del SNS? Como bien decía hace unos días Jesús Acebillo, presidente de Farmaindustria, es necesario acompasar la cartera de servicios del SNS a los recursos disponibles. Hacerlo de otro modo no es más que una huida hacia adelante y pasar el mochuelo a las generaciones venideras.