No pretendo, ni mucho menos, ser agorero ni pesimista. Pero viendo el escenario de futuro que nos dibujan las previsiones de IMS Health, creo que el sufrimiento del sector, lejos de estar próximo a su fin, aunque tiene mucho tiempo por delante. Según los datos de la consultora, al menos hasta 2016 no se vislumbrará crecimiento en el mercado farmacéutico. Con ello, se acumularían decrecimientos durante siete ejercicios seguidos. En ese año, el mercado de oficina de farmacia será igual al existente en 2002, pero sin tener en cuenta la inflación ni otros elementos. Lo que hace que este cálculo esté infraestimado en monedas constantes.
Es cierto que durante mucho tiempo el sector ha sido un privilegiado y que tanto farmacéuticos como distribución e industria farmacéutica han disfrutado de crecimientos de facturación muy importantes. Pero ese tiempo pasó hace ya muchos años. Ahora, la única perspectiva de futuro a corto y medio plazo es que cada año va a ser peor que el anterior.
Vista esta realidad, la farmacia y la distribución deben reinventarse y conseguir ingresos de otro ámbito que no sea el medicamento. Los servicios se vuelven claves para su sostenibilidad y poder revertir la tendencia. Por su parte, la industria deberá estrechar su colaboración con el SNS en el manejo integral de las enfermedades y de los pacientes, aportando al sistema una serie de servicios entre los que se encuentre el medicamento.
Comprendo las reticencias y miedos ante los riesgos que se tendrían que asumir, pero retrasar estas reconversiones de las actividades principales pueden llevar a los agentes del sector al desastre más absoluto.
@JoseMLAlemany en Twitter