José María López Alemany
En los últimos tiempos la farmacia española está sufriendo una descapitalización mucho más grave que la económica pero, incomprensiblemente para mí, nadie está alertando de la situación. Lo que está produciendo esa pérdida de valor de las oficinas de farmacia es la salida de numerosos medicamentos que, siendo de coste elevado y de diagnóstico hospitalario, están pasando a ser dispensados desde las farmacias hospitalarias en vez de en las farmacias comunitarias.
Las autonomías que han puesto en marcha estos proyectos, a pesar de que se disfraza con razones sanitarias, buscan ahorrarse los márgenes de las farmacias y distribución, independientemente de que sea a costa de perjudicar a los pacientes que, lógicamente, tienen mejor acceso a una oficina de farmacia que a su hospital.
Pero lo grave en esta situación es que nadie en la oficina de farmacia ha alertado de una realidad que, a pesar de que pueda beneficiarles económicamente a corto plazo, supone, de hecho, un grave perjuicio para la farmacia a largo plazo. Si los medicamentos más caros no son rentables para la farmacia por la aplicación del margen fijo, la solución no es evitarlos. Sanitariamente no tiene ninguna justificación y, económicamente, tal vez tampoco, ya que se pierde una oportunidad de dispensación de otros productos.
La farmacia debería rebelarse ante la pérdida de autoridad en materia de los medicamentos que esto le supone y, en otra batalla, plantear la necesidad de corregir los perjuicios que el margen fijo les produce. Si no se hace así, nada impide que en unos pocos años se saquen de las farmacias todos los medicamentos financiados, sólo por ahorrar.