José María López Alemany
Durante años los precios marcados por el Ministerio de Sanidad para los medicamentos de un mismo grupo terapéutico e indicación han sido iguales, de tal modo que la competencia entre medicamentos de la misma familia era por las diferencias más o menos acusadas en aspectos como la efectividad, la seguridad o la adherencia a los tratamientos.
Con las bajadas que está empezando a aplicar Sanidad, que podrían afectar a más de 70 especialidades, el equilibrio del mercado podría quedar comprometido y se perjudicaría especialmente a las compañías a las que no se les toca el precio.
Y es que las recomendaciones de las comunidades autónomas podrían cambiar radicalmente a la vista de los nuevos precios y alterar en gran medida el reparto del mercado en función de unos precios artificiales, haciendo perder ventas al medicamento supuestamente beneficiado al no bajarle el precio.
Pero lógicamente, quien peor lo tiene es aquél al que se le baja su precio. Los planes de las compañías ya tienen contemplada la reducción del margen de sus ventas ya que los precios nunca suben, ni siquiera en función de la inflación. Pero en este caso, esa pérdida de valor se ve acrecentada por bajadas que llegan al 10 por ciento de su precio inicial. Toda una invitación a los exportadores paralelos para adquirir productos novedosos y aún más baratos en España.
Seguro que las compañías hubieran preferido aportaciones adicionales ligadas a esos productos que la bajada unilateral decretada y los ahorros habrían sido idénticos.