Manuel Ojeda
Vicepresidente del COF de Sevilla
alberto cornejo
Sevilla
La farmacia sevillana es el mayor estandarte de la aplicación de las nuevas tecnologías en la oficina de farmacia nacional. No en vano, fue en esta provincia donde la receta electrónica dio, allá por 2003, sus primeras señales de vida en España. Si hay que poner nombre y rostro a esta apuesta es el de Manuel Ojeda, vicepresidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Sevilla, uno de los coordinadores del proyecto denominado “Receta XXI”. Desde entonces, allá donde surge una nueva iniciativa relacionada con el binomio tecnología-farmacia, allí está Ojeda. Incluso, su compromiso con este campo le ha llevado a dedicar su tesis doctoral, defendida hace dos semanas en la Universidad de Sevilla y calificada con sobresaliente cum laude, a demostrar “El impacto de las nuevas tecnologías en la consolidación del modelo farmacéutico español”.
Pregunta. A la presentación de su tesis acudieron, entre otros, la presidenta del Consejo, Carmen Peña, una decena de presidentes de COF y el presidente de Fedifar, Antonio Mingorance. Manuel Ojeda significa mucho para la farmacia nacional, ¿no?
Respuesta. Cosas así hacen que te des cuenta de que con el paso de los años has conseguido cosas importantes y, sobre todo, que tengo grandes compañeros y amigos en el sector.
P. Le califican como estandarte del binomio tecnología-oficina de farmacia. ¿Se ve así?
R. Me considero fiel defensor de la importancia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en esta profesión, un pensamiento que me anima a embarcarme en cualquier proyecto de esta índole. También con el apoyo del COF de Sevilla, donde sabemos que el ámbito de las nuevas tecnologías es imparable. El hecho de que en su día apostásemos por proyectos arriesgados como la “Receta XXI” ha permitido que ahora vayamos por delante respecto a otras regiones.
P. Entremos en harina. Indica en su tesis que “en un principio, las TIC eran percibidas como un serio problema para nuestro modelo farmacéutico”. ¿Por qué?
R. Hasta hace bien poco era una opinión generalizada. Había miedo hasta a Internet. Se planteaba como un riesgo hasta la facturación individual por cada botica que ahora permitían las nuevas tecnologías. Se creía que aspectos así iban a romper la estabilidad de los colegios. Eran fantasmadas.
P. La conclusión de la tesis dice todo lo contrario.
R. Efectivamente, las nuevas tecnologías no son ningún riesgo sino un complemento al modelo que lo hacen más fuerte. Los tres grandes proyectos de la farmacia nacional en los últimos años, que son la Red Corporativa Farmacéutica, la receta electrónica y el Bot-Plus, son proyectos tecnológicos. Todo ello, ligado a los programas de gestión de las boticas y las políticas de calidad, nos llevarán a la implantación de una Atención Farmacéutica generalizada.
P. ¿Es ésta el fin último de la tecnología en la botica?
R. La Atención Farmacéutica está en un punto muerto, y su punto de inflexión deben ser las nuevas tecnologías. Hasta ahora se han hecho los procesos previos necesarios: discutir, analizar, definir protocolos… Es decir, la teoría. Ahora hay que pasar a la práctica, y las tecnologías nos permitirán dar ese paso.
P. ¿En qué sentido?
R. Utilizar las nuevas tecnologías para registrar todas las conversaciones sobre la medicación que tenemos con el paciente, lo que se denomina dispensación activa. La tecnología nos permite que toda esa información pueda quedar registrada y que sea consultable, recuperable, nos indique niveles de calidad en la prestación y pueda ser compartida por todos.
P. Que esas conversaciones no se las lleve el viento, ¿no?
R. Exacto. La informática permite registrar cualquier acto en el punto de venta y que esa información sea accesible para todos los profesionales. A día de hoy, las farmacias tienen herramientas informáticas para realizar perfiles farmacoterapéuticos de sus pacientes. En base a todos estos datos, es más fácil decantarse por el tipo de pacientes van a ser objeto de seguimiento farmacoterapéutico.
P. ¿Una alternativa a la negativa de Sanidad a permitir el acceso al historial farmacoterapéutico?
R. Es una negativa absurda. El paciente tiene derecho a que el farmacéutico conozca su historial de medicaciones para la mejor atención posible. La protección de datos es importante, pero no más que la salud del paciente.
P. En su tesis también introduce un nuevo concepto: la bioinformática. ¿En qué consiste?
R. Es un concepto de futuro al que nos aproximaremos si se hacen bien las cosas en el presente. Es un sistema de expertos con enorme cantidad de datos que combina los datos del paciente con otros de interacciones o patologías. Ante ciertos casos, el sistema invitará al profesional a que pregunte determinadas cuestiones o tenga en cuenta posibles situaciones. Es especialmente relevante para enfermedades raras.