“Hay que cambiar la concepción de pagar por el coste y empezar a pagar por resultados en salud”, explica José Luis Poveda, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), quién ve un “avance demasiado lento en la adopción del modelo de riesgo compartido del que sería necesario”. De hecho, Poveda cree que esta lenta evolución se debe a que la “Administración no es demasiado flexible en sus contratos”. Y es que, la crisis, según Poveda, pone en evidencia que “el modelo tenía que cambiar en busca de resultados en salud porque el medicamento será eficiente en la medida que obtenga resultados”.
Esta opinión es compartida por Joan Barrubés, director de Antares Consulting, quien durante su intervención en las jornadas de ‘Gestión sanitaria en tiempos de crisis: nuevos actores, nuevas estrategias’ realizada por la consultora, apostó por un cambio de tendencia para mantener los altos niveles de innovación. “Todas las políticas que hemos hecho en los últimos años basadas en el copago no han servido”, señaló Barrubés, que se preguntó que si siguen presionando sobre el precio ¿cómo estimularían la innovación? “Porque en la innovación en general alguien espera tener un cierto retorno de la inversión realizada”, explicó.
Hasta hace poco, tal y como aseguró Barrubés, “la relación era estrictamente cliente proveedor; el riesgo para el proveedor era la evolución de los pagos con una tendencia a la baja y las tarifas con una tendencia al alta y el riesgo de la Administración era el exceso de actos”. Esto, dice, ha llevado a una “segunda generación de acuerdos de transferencias” en los que la relación sigue siendo contractual.
A este respecto, manifestó que existe un acuerdo para tratar de alcanzar ciertos resultados, “pero no podemos hablar de riesgos sino de objetivos, porque hay transferencia de riesgo desde el financiador hacia el proveedor”. Aquí, el proveedor asume los riesgos de utilización, efectividad y outcomes, mientras que la Administrador también tendría que comprometerse a “quedarse con un solo proveedor”.
De igual modo, Barrubés incidió en que existe una generación de niveles de riesgo donde se constituye “una sociedad mixta entre el financiador la administración y el proveedor para realizar determinado fin y compartir los riesgos”. En este sentido, Poveda aseguró que actualmente “hay reticencia a abandonar un modelo que ha funcionado pero hay que explorar nuevos territorios”.
Sobre este particular, y aunque es consciente de que los cambios “no se introducen fácilmente”, afirmó que es necesario hacer una reflexión: “No solo hay que poner en valor los resultados de salud sino un registro en estos resultados y, aquí, la Administración debe ser consciente y posibilitar este tipo de contrato más allá de la financiación”.
El ejemplo de Iressa
Actualmente el Departamento de Salud de la Generalidad, el Instituto Catalán de Oncología (ICO) y AstraZeneca mantienen un acuerdo de riesgo compartido para dar acceso a los pacientes catalanes a gefitinib (comercializado en España como Iressa) un tratamiento indicado en pacientes con cáncer de pulmón no microcrítico con mutación del gen EGFRun, que ha demostrado una mejora significativa en el tratamiento de esta enfermedad.
Alberto Ruiz, de AstraZeneca, prefiere hablar de proyecto porque “al final cada uno tiene que adoptar una responsabilidad y cumplirla para que ese proyecto salga adelante”, explicó durante su intervención en las jornadas organizadas por Antares. “Es necesario hacer un seguimiento, no vale con invertir y adoptar un calendario de pagos”, señaló.
En este sentido, resaltó como primordial que “la vinculación contractual y los sistemas de información estén ya creados”. De lo contrario, tal y como apuntó, habría que crearlos, “lo que aumentaría notablemente los costes”. Y es que, la confianza y el compromiso mutuo son claves para Ruiz. “La comunicación “es muy importante para que nadie adopte un papel más relevante en un esfuerzo que es de todos”, dijo.
Por su parte, Javier Colas, director general de Medtronic, afirmó que el término “valor compartido es una mejora de los procesos sanitarios enfocada en fortalecer las agrupaciones locales de proveedores con la finalidad de aumentar la eficiencia de las señales clínicas, su calidad y su sostenibilidad” y, en este sentido, pidió “asumir un compromiso de riesgo con nuestra ayuda y herramientas para poder mejorar los índices de calidad y poder hacerlo con menos presupuesto”. Así, señaló como obligado “la autonomía de gestión de las unidades clínicas, el compromiso del profesional y establecer competitividad en el sistema para aumentar la transparencia”.