Con la llegada del verano las actividades lúdicas para niños se multiplican gracias al tiempo libre del que disponen pero, con un incremento análogo, los riesgos hacen acto de presencia. Una de las actividades estrella de cada temporada estival son los campamentos de verano donde cada año miles de infantes se dirigen con una mochila cargada de ropa e ilusiones. Sin embargo, esa maleta no siempre contiene un elemento tan necesario como los anteriores: un botiquín de productos preventivos y de primeros auxilios que les proteja de alergias, picaduras, insolaciones o torceduras.
Asimismo, los responsables de los campamentos deben disponer del conocimiento necesario para informar y formar a los asistentes de los riesgos que pueden sufrir y cómo prevenirlos o subsanarlos. Desde organizaciones de campamentos de verano como los Boy Scouts aseguran que “un buen momento para aprender acerca de los riesgos de accidentes lo constituye todo campamento”. Según dicen, cualquier actividad humana contiene riesgos y muchos accidentes en el colegio, en el hogar y en la calle se producen porque no se tomaron las medidas para evitarlo. “Si un niño sufre quemaduras es porque fallaron en su labor los formadores”, señalan.
La sinergia que se produce entre la disponibilidad de los productos necesarios y el conocimiento para su empleo podría disminuir drásticamente el número de accidentes que se producen en el periodo estival. Según datos de la Cruz Roja, el verano pasado se asistió a 144.000 personas afectadas por insolaciones, quemaduras, picaduras, esguinces o erosiones, además del rescate de 2.500 personas ante peligro de ahogamiento. “A pesar de que en teoría somos conscientes de los daños que podemos sufrir en verano no conseguimos poner los medios necesarios para evitarlo”, afirmó María Dolores Moreno, presidenta provincial de la Cruz Roja en Ciudad Real.
Uno de los principales enemigos de la salud en España es el sol y, sin embargo, muchos de los niños que acuden a campamentos no disponen de protección solar adecuada. Según datos de la OMS, el 52 por ciento de los españoles no se protegen adecuadamente del sol y los niños son los que más riesgos contraen por esta actitud irresponsable. Asimismo, las picaduras de los insectos y las alergias podrían ser controladas con productos sanitarios sin mayores problemas, al igual que los antisépticos, que evitan infecciones de heridas muy habituales en los campamentos.
Por último, uno de los problemas sanitarios a los que se le debe dar una atención especial son los estomacales. Los antiácidos, antieméticos, laxantes o antidiarreicos deben tener también su espacio en la mochila de los niños ya que, como afirman desde la organización de Boy Scouts, son “trastornos muy habituales cuando los niños cambian a un ambiente tan distinto como el de la ciudad”.
Los campamentos infantiles de verano son uno de los principales focos de infestación de piojos, según advierte el Centro de Información de Pediculosis (CIP). De hecho, agosto es el mes donde se registran mayores ventas de productos pediculicidas en las farmacias españolas.
Los piojos pueden afectar tanto a adultos como a niños, pero es entre los tres y los once años cuando más casos se producen, en torno a un 6 por ciento, debido a sus hábitos de juego. “En los campamentos de verano los niños pasan juntos mucho tiempo jugando y durmiendo y tienden a compartir almohadas, gorros, toallas e incluso pinzas para el pelo, en el caso de las niñas. El riesgo de contagio es elevado si no se adoptan medidas preventivas”, advierten desde el Centro de Información de la Pediculosis.
La revisión de las cabezas de los niños con una liendrera ha demostrado ser un método eficaz. Tras el análisis, si se hallan piojos deben tratarse con champús y lociones pediculicidas, de venta en farmacias. “El producto no debe ser desagradable para los niños que lo necesiten porque eso influye en la adherencia al tratamiento”, aseguran desde el CIP.