Una ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, fue la encargada de presidir la pasada semana la toma de posesión como presidenta de la máxima institución farmacéutica de nuestro país de otra mujer, Carmen Peña. Resulta evidente que en los últimos meses ha habido muchos cambios en este sector. El primero empezó con la ministra, que sustituyó a Bernat Soria al frente del Ministerio de Sanidad. Unos cambios que han tenido su suma y sigue con la llegada de Peña a la presidencia de un Consejo General que desde hacía 21 años ocupaba Pedro Capilla. Unos cambios que abren una nueva etapa, en la que habrá que estar atentos a la evolución de unos acontecimientos que tienen la rentabilidad de la farmacia en el punto de mira, aunque no sea el único asunto con el que tendrá que lidiar Peña y su renovado equipo.
Se puede hablar de que se ha abierto una etapa continuista al frente del Consejo, si es que nos atenemos al hecho de que Peña ha sido durante los últimos años la mano derecha de Capilla. Sin embargo, esta afirmación no es del todo acertada. Sí, Peña ha sido fiel escudera de Capilla durante todo este tiempo, pero sabe por experiencia que cada persona tiene que marcar su propio camino, aunque no por ello se deba renunciar al camino ya andado. Peña tiene claro que las cosas no serán igual en esta nueva etapa. Ahora es ella la que tiene el bastón de mando y la última palabra, aunque ésta siempre conlleve una carga de responsabilidad. Carga que ella está dispuesta a aceptar.