Una de las partidas que los políticos dicen siempre que se respetará, incluso en situaciones de crisis como la actual, es la de la asistencia sanitaria. Pero la realidad frecuentemente termina desmintiendo dichas afirmaciones. Estamos en plena presentación de los proyectos de presupuestos de las comunidades autónomas y las sorpresas ya están apareciendo. Mientras que algunas comunidades autónomas, como Castilla y León, a pesar de los recortes realizados en otras partidas asignan a la sanidad y la farmacia partidas con un crecimiento moderado, hay otras en las que no sólo no se producen incrementos sino que se recorta hasta el límite. Hasta hacer un presupuesto que no llega a cubrir ni nueve meses de gasto, como sucede, al igual que en los presupuestos de 2009, en la Comunidad Valenciana.
Es cierto que el problema de la sostenibilidad del SNS es uno de los principales retos a los que tiene que enfrentarse nuestro país, pero no es menos cierto que España dedica mucho menos esfuerzo a la sanidad que cualquier otro estado de nuestro entorno. Ya sea en gasto per capita o en porcentaje del PIB, todavía habría recorrido para crecer. En cualquier caso, si no se suben los presupuestos sanitarios cualquier gasto será siempre excesivo y la sostenibilidad siempre estará en cuestión. Además, no cabe duda de el sistema no se puede sostener mucho tiempo más sobre los hombros de los bajos sueldos de los profesionales, los recortes de márgenes o los bajos precios de los fármacos.