No llegó la sangre al río, pero la tensión financiera está haciendo mella en el Consejo Interterritorial. Este órgano parecía haber puesto punto y final a las presiones partidistas que hace relativamente pocos años convirtieron cada pleno en un duelo PP-PSOE. La diferencia ahora es que las presiones a las que está sometido el Interterritorial no son partidistas, sino autonómicas, pues la crisis hace estragos en todas las comunidades, sin discriminarlas por ser de un signo o de otro. A la hora de elegir, Leire Pajín podría haber optado por agarrar el toro por los cuernos y poner algo de orden en el caos autonómico en materia de prestación farmacéutica. En cambio, decidió salvar la foto de su estreno con los consejeros. Pan para hoy… Que disfruten en el ministerio mientras puedan, porque su estrategia de mirar para otro lado mientras las cosas pasan tiene los días contados.
Y los tiene contados literalmente. Porque Pajín no ha solucionado ningún problema. Sólo ha retrasado lo inevitable, en un vano intento de ganar tiempo… Tiempo para ver finalmente cómo se aprueba el catálogo gallego; tiempo para ver cómo respira finalmente María Jesús Montero con una subasta de fármacos que, según dice, es perfectamente legal; tiempo para ver si Extremadura o Asturias deciden seguir los pasos de Pilar Farjas o Rafael Bengoa.
Es cierto que el ministerio está atado de manos, que sólo puede recabar información de las autonomías hasta que éstas ejecutan sus iniciativas en firme, pero podría haber aprovechado la ocasión para poner los puntos sobre las íes. El problema es que, si sigue retrasando este inevitable cara a cara, se puede encontrar con que, para cuando quiera intervenir, el asunto haya cobrado tal magnitud que sea imposible atajarlo. Y para cuando quiera recurrir, además, las iniciativas que considere que invaden competencias estatales, éstas ya serán hechos consumados y habrán hecho sus estragos en el sector. Precisamente lo que no le sobra al SNS es tiempo.