Parece que la situación que mejor define a las oficinas de farmacia españolas es: “a la espera”. Los farmacéuticos españoles están siempre pendientes de algo, una situación de inestabilidad que no es, ni mucho menos, deseable. ¿A la espera de qué? A la espera de que les paguen, por ejemplo en Valencia. A la espera de que el Gobierno dé el paso para modificar un escalado, incluido en el RDL 16/2012, que presenta muchas vías de agua. A la espera de que la Junta de Andalucía, por ejemplo, decida qué pasa con las subastas. A la espera de… Siempre a la espera.
Quien no sea consciente de la situación por la que atraviesa nuestro país es que no quiere saberlo o que vive en otro mundo. Sin embargo, es muy cuestionable que este sector esté en vilo constantemente. No puede ser que un mes sí y otro también vuelvan a aparecer. No es lógico que se haya publicado un RDL con un escalado que en vez de clarificar la situación y ayudar a lograr la viabilidad del sector desestabiliza y crea más confusión. No puede ser que los farmacéuticos desconozcan qué pasará el 1 de junio con las subastas de medicamentos en Andalucía. No es lógico. La inestabilidad en la que se mueve este sector es incomprensible, tan difícil de entender como que Sumiol haya bajado un 25 por ciento el precio menor de simvastatina y lorsatán. Esta indefinición y esta falta de reglas estables no son serias. No es propia de un país serio. Un país que, por ejemplo, ha salido de esa lista maldita elaborada por Estados Unidos, la 301, que castiga a los países que no protegen la patente industrial, que es un gran paso adelante.