No corren buenos tiempos para nadie, y, como no puede ser de otra forma, tampoco para la farmacia. Unas dificultades que en este sector se han agravado a golpe de real decreto-ley, medidas que se han sumado en los últimos dos años a otras muchas adoptadas anteriormente y que han dejado un escenario en el que el que sostener la viabilidad de las oficinas de farmacia en el margen que dejan los medicamentos es una utopía. Y si las farmacias son establecimientos sanitarios cuya esencia es dispensar medicamentos… ¿Cómo pueden afrontar el futuro para lograr sobrevivir? La respuesta está clara: si las oficinas de farmacia españolas quieren ser viables deben hacer un esfuerzo para mejorar su gestión.
Las herramientas están ahí, y solo falta que los farmacéuticos se conciencien, si es que aún no lo están, que a aspectos que antes no se daba importancia ahora han cobrado una especial relevancia. Tanta que es posible que la subsistencia de su negocio dependa de ellos. Y sí, se puede hablar de negocio, porque además de ser un establecimiento sanitario, las boticas son negocios. Por eso, los farmacéuticos deben quitarse la careta y, por ejemplo, hablar claramente de aspectos comerciales. Sí, somos conscientes de que se hace difícil poner sobre la mesa esa doble vertiente, pero… ¿No son los farmacéuticos los únicos profesionales sanitarios que están obligados a manejar dinero? ¿No son ellos los que, por ejemplo, tendrán que cobrar el euro por receta en Cataluña? Pues entonces, ¿por qué no pueden hablar de adoptar medidas para que sus negocios sean más rentables?
Una gestión eficiente y que abra nuevos caminos, siempre manteniendo la esencia sanitaria del farmacéutico, naturalmente, es la base para desarrollar y potenciar a un sector que ha sido golpeado desde hace años por ajustes y recortes vestidos con distintos ropajes legislativos y normativos. Es el momento de hacer gestión, más gestión, para poder así encarar el futuro con más garantías.