En un momento como el actual, en el que cada euro de ahorro le cuesta al sector un mundo, es necesario que los árboles no nos oculten el bosque. Ese bosque es el denominado gasto farmacéutico, un problema (si es que debería ser considerado como un problema) en el que el Gobierno ha incidido con el beneplácito de las comunidades autónomas, como lo demuestran los dos reales decretos-ley aprobados recientemente. El gasto farmacéutico es necesario y tendríamos que plantearnos si las partidas destinadas son suficientes. Si nuestro modelo sanitario y farmacéutico se puede sustentar en esas partidas o, por el contrario, se debería cambiar. Lo que está claro es que la casa no se puede empezar por el tejado, por lo que la prioridad, más que tratar de recortar el gasto farmacéutico a golpe de real decreto, debería ser optimizar y racionalizar ese gasto. Y es ahí donde nos encontramos los árboles que nos impiden ver el bosque.
Hay datos que no se pueden pasar por alto. Por ejemplo, el nexo de unión entre el incremento del gasto farmacéutico y la recogida de medicamentos en los puntos que el Sistema Integrado de Gestión y Recogida de Envases (Sigre) de las oficinas de farmacia españolas. Este año, por octavo ejercicio consecutivo, la media de recogida de medicamentos ha aumentado: un 13,23 por ciento. Es decir, que en 2009 Sigre recogió 5,99 kilos de medicamentos por cada millar de habitantes. Un dato: Extremadura encabezó en 2009 el ranking de comunidades autónomas con la factura farmacéutica más disparada (se incrementó el 8,86 por ciento). Otro dato: durante 2009 se recogieron casi 70 toneladas de medicamentos en sus puntos Sigre. Contraataque: la Consejería de Sanidad extremeña ha lanzado una campaña (de alcance limitado) para que sus ciudadanos sólo se lleven los medicamentos que necesiten (¿?).
Es patente la gran labor que realiza Sigre. Eso sí, no puede ser un éxito incrementar las recogidas, ya que el éxito de este sistema estaría justo en el extremo contrario.