Dicen que en el amor y en la guerra todo vale. Y en la política, se podría añadir, porque ejemplos los tenemos todos los días. En la política actual se han podido ver artimañas que dejarían a Nicolás Maquiavelo como si fuese un simple aprendiz de gobernante. Todo vale, y donde dije digo ahora digo Diego y se acabó. O ni siquiera eso, basta con dejar las cosas reposar en un cajón y allí, solas o con observatorios comisiones de seguimiento u otro tipo de invención de por medio, se mueren por inanición y aburrimiento. Se trata de un aviso a navegantes (sobre todo a los que parecen haber perdido el norte) ahora que llegan comicios autonómicos. Porque a la hora de prometer, se promete. Otra cosa es que luego las promesas se transformen en realidades. Y no únicamente por desinterés o malicia manifiesta, sino porque desde un principio eran inviables. O, como mucho, difíciles de llevar a la práctica por la imposibilidad manifiesta de tener dinero para ponerlas en práctica. Las promesas quedaron y las realidades…
Y aquí nos encontramos, por poner un simple ejemplo, con la ‘histórica’ cartera de servicios que el presidente de los farmacéuticos catalanes, Jordi de Dalmases, ha presentado a los suyos. Un proyecto muy bonito, tanto para el farmacéutico como para el paciente. La ‘cartera de servicios de Dalmases’ acierta en todo. Bueno, en casi todo. Porque el problema estriba en saber quién pagará los servicios. Sí, puede que se nos tache de agoreros, pero, como decía el estereotipo: “la pela es la pela”. Desde el Ministerio de Sanidad se está a favor de instaurar carteras de servicios, eso sí, sin que suponga un gasto adicional. La Generalitat está a dos velas, en una situación similar al resto de las comunidades autónomas. Es decir, que sí, que se implantan unos servicios adicionales y luego… Pues eso, que se ocupe de ellos una comisión, observatorio o similar. Decía Arthur Schopenhauer que “el que cree que en el mundo los diablos nunca andan sin cuernos y los locos sin cascabeles, será siempre víctima o juguete de ellos”.