| viernes, 18 de enero de 2013 h |

En ocasiones, los árboles no dejan ver el bosque. O… ¿Es el bosque el que no deja ver los árboles? Sea lo que sea, es que en ambos casos hay un problema de visión, ya sea porque no se ve el bosque o porque no se ven los árboles. Esto se puede trasladar al sector de las oficinas de farmacia, donde nos podemos encontrar muchos árboles y, cómo no, muchos bosques muy espesos. Y se puede trasladar al asunto del euro por receta implantado en Cataluña y que la semana pasada fue suspendido cautelarmente por el Tribunal Constitucional tras admitir a trámite el recurso interpuesto contra esta medida por el Gobierno. Y que el bosque, o los árboles, según sea lo que cada uno quiera o no quiera ver, no impidan ver, o no ver, que esa tasa también está en marcha en Madrid y que todo indica que va a seguir la misma suerte.

Cabe destacar que los farmacéuticos catalanes se han mostrado “decepcionados” por el hecho de, tal y como indica Frances Pla, vicepresidente del COF de Barcelona, estar en medio de una guerra entre administraciones. Y viendo los árboles o el bosque, y no queriendo ver los mismos, cuando se habla de euro por receta responden copago estatal. Y también apuntan que asuntos como este, que al final se traducen en el intento de hacer sostenible el sistema sanitario, no debería acabar en el Tribunal Constitucional. No sabemos si son los árboles o el bosque los que impiden ver unos u otro, pero, precisamente, si existe un conflicto entre administraciones es el Tribunal Constitucional quien debe dirimirlas una vez fracasado el diálogo (en el caso catalán dilatado) para llegar a un acuerdo. Una cosa es esa y otra bien distinta es que este tribunal garante de la Constitución se convierta en una tercera cámara.

Y, sobre todo, tal y como está el sector, con la amenaza de la liberalización sobre la cabeza y la dependencia del Estado a la hora de cobrar a través del Fondo de Liquidez Autonómica (aunque saquemos ahora para no ver árboles ni bosques el asunto del pacto fiscal), buscar tres pies al gato no es bueno. Más defensa de la profesión y menos política.