La nueva ministra de Sanidad, Leire Pajín, recibió la semana pasada un curso intensivo de la situación en la que se encuentran la gran mayoría de las oficinas de farmacia, fustigadas por una década de recortes impíos que han tenido su penúltimo episodio en la aprobación de los RDL 4/2010 y 8/2010. Es casi seguro que a Pajín le explicase la lección la persona que dentro del ministerio mejor conoce el sector, el secretario general de Sanidad, José Martínez Olmos, pero, por si acaso, la semana pasada le leyó la lección la presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, Carmen Peña. La verdad es que el libro siempre es el mismo, y es el que se le leyó en su día a Elena Salgado, Bernat Soria o Trinidad Jiménez, los últimos y efímeros inquilinos del paseo del Prado 18, aunque esperamos que esta vez la lección no caiga en saco roto. Y es que, es algo que tampoco implica mucha dificultad: si se sigue golpeando a un sector que en los últimos diez años se ha llevado una buena tunda, todo se irá al garete. Y con ello un gran número de empleos que, por sensibilidad a otra de las patas de su ministerio, la de la Igualdad, Pajín debería tener muy en cuenta: empleo de alta cualificación y mayoritariamente femenino.
Asimismo, desde la patronal estatal de oficinas de farmacia, FEFE, también se puso su grano de arena para ilustrar a la ministra en el sector. Su presidente, Fernando Redondo, la pidió ante los desmanes autonómicos que cumpla y haga cumplir la ley. Además, le recordó que la dispensación de unidosis “ni es seguro ni ahorra costes”. Un curso acelerado que esperemos sirva para algo.