En el mundo de la farmacia en España cada día nos sorprenden cosas más rocambolescas. Como si asistiésemos a un espectáculo de magia, siempre estamos en disposición de sorprendernos con algún que otro juego de manos, desapariciones, sablazos a la caja donde previamente se ha metido a alguien, levitaciones, particiones por la mitad y, por qué no, otras artes circenses como lanzamientos de cuchillos, alguna que otra payasada, equilibrios imposibles, unas cuantas fieras, hombres bala… Vamos, que se parece más a un circo que a cualquier otra cosa. Un circo que la pasada semana podría haber anunciado un nuevo espectáculo en grandes carteles a todo color: “Y como atracción especial presentamos el Kapali Carsisi, el Gran Bazar llegado de Estambul”.
Y es que parece que la Consejería de Salud balear ha instalado en sus dependencias este bazar que en 1.461 mandó construir el sultán Mehmed II. Un bazar en el que poder desarrollar el noble arte del regateo, el tú me pides, yo te ofrezco, tú me pides, yo te ofrezco y al final, si se cierra el trato, todos contentos. Así se lo ha comunicado al Colegio Oficial de Farmacéuticos de Baleares, que ha puesto encima de una manta su mercadería y ha ofrecido el siguiente trato: no te puedo pagar; pide un crédito para hacer frente a tus proveedores; por ello te cobrarán unos intereses; tampoco te los podré pagar, así que tú pagas los intereses; y yo, desoyendo las recomendaciones del Ministerio de Sanidad tras la aprobación del RDL 8/2010, me hago el loco y mercadeo con el descuento autonómico sobre absorbentes para así quedar en paz. Lo malo de este trato es que sólo una parte queda contenta. Por no hablar del truco maestro de la OPR. O del…
Se comprueba que las arcas de las comunidades autónomas están bajo mínimos. Y cuando eso sucede, los farmacéuticos, por muy ingenuos que sean, deben echarse a temblar. Porque siempre que se necesita algo, monetario o en especie, las administraciones tienen a mano a las oficinas de farmacia. Cuidado.