MARÍA GRANJO
Barcelona
Agentes sociales y sanitarios consideran que facilitar el acceso a la píldora postcoital es una medida factible para evitar embarazos no deseados, y la ley del aborto era vista como una oportunidad para dejar la puerta abierta a la posibilidad de permitir la dispensación de este producto en las oficinas de farmacia sin necesidad de receta. Sin embargo, el proyecto de esta norma ha dejado al margen la libre dispensación de levonorgestrel, a pesar de que el comité de expertos que asesoró al Gobierno sobre la reforma de esta ley había apuntado la conveniencia de que la ‘píldora del día después’ fuese gratuita y de libre dispensación.
El debate lo avivó el pasado mes de octubre un informe de la Federación Española de Planificación Familiar (FEPF) sobre la anticoncepción de emergencia. Que el documento fuera realizado en colaboración con la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y financiado por este mismo departamento fue uno de los factores que hicieron pensar que desde el Gobierno se apostaba por permitir su dispensación sin necesidad de receta.
El documento de la FEPF mencionaba la desigualdad que existe en España en el acceso a este medicamento, puesto que son las comunidades autónomas quienes tienen competencias para decidir si la financian con fondos públicos y, además, profesionales sanitarios se niegan a recetarla o dispensarla alegando objeción de conciencia. Aparte de opinar que este derecho no se puede aplicar al acceso de la píldora postcoital, el informe recomendaba que se recogiese en los protocolos que “la anticoncepción de urgencia pueda prescribirla y proporcionarla personal de enfermería y farmacéuticos que hayan recibido una adecuada formación previa”.
La defensa de la idea de que la píldora se pudiese dispensar sin receta se basaba en que evitaba embarazos no deseados, aunque es cierto que la mayoría de comunidades autónomas que facilitan su acceso no han visto reducir en la tasa de interrupción de embarazos. Algunos expertos señalan que la causa hay que buscarla en que, para que la medida funcione, debe ir reforzada con educación sexual.
Sin embargo, otros, como José López Guzmán, director del Departamento de Humanidades Biomédicas de la Universidad de Navarra, opinan que permitir la libre dispensación de la píldora postcoital conllevaría el riesgo de frivolizar este producto y, además, el peligro de convertirla en un método de uso habitual.
En este sentido, según los últimos datos ofrecidos por la Generalitat de Cataluña, desde que esta región aplicó la gratuidad de la contracepción de emergencia, en 2004, hasta octubre de 2008, se distribuyeron más de medio millón de unidades. Es decir, 400 al día.
Repetidoras
En este sentido, Marina Geli, consejera de Salud catalana, en respuesta a una pregunta parlamentaria formulada recientemente por el PP, afirmó que el 22 por ciento de las mujeres que acceden a la píldora postcoital no lo hacen por primera vez y, de estas ‘repetidoras’, el 18,7 por ciento tomaba el fármaco por tercera vez.
Además, aproximadamente el 40 por ciento de las que reclaman levonorgestrel de forma reiterada tienen edades comprendidas entre los 16 y los 19 años. Sin embargo, como el 72 por ciento de las mujeres que lo han tomado más de una vez sólo lo habían hecho en una ocasión, Geli opina que no es un método que se utilice habitualmente como anticonceptivo.