Jefe de servicios médicos A3Media viernes, 10 de octubre de 2014 h
Todo empieza cuando se registra un producto. Hace falta una autorización administrativa. Para poder ser comercializado en nuestro país se necesita que la dirección general de Cartera de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia que actualmente comanda Agustín Rivero, mediante sus organismos correspondientes, fije un precio. Y aquí comienza un debate intenso que es clave para intentar resolver asuntos tan importantes como la sostenibilidad del sistema de salud, el compromiso de permanencia del fabricante en España, el desarrollo y mantenimiento de la investigación por parte de aquel, así como otras muchas cuestiones que forman parte del difícil equilibrio entre la terapia innovadora y la posibilidad de financiación.
Y aquí voy a dar un dato: el valor de la producción de la industria farmacéutica en España supera ligeramente los 14.000 millones de euros anuales, lo que supone el 1,3 por ciento del PIB. Una cifra que hay que decir que lleva cinco años sin experimentar variaciones relevantes.
Este hecho consolida al farmacéutico como uno de los sectores industriales menos afectados por la crisis económica en nuestro territorio, al menos desde la óptica de la producción. Así, mientras que el conjunto de la industria redujo el valor de su producción en España un 13 por ciento entre 2008 y 2012, el valor de la producción industrial farmacéutica apenas cayó un 2 por ciento.
Este buen comportamiento de la producción farmacéutica se ha conseguido como consecuencia del tirón de las exportaciones de medicamentos, cuyo valor entre 2008 y 2012 aumentó casi un 35 por ciento. Y todo ello a pesar del hándicap que supone el comportamiento de la demanda interna, que se ha reducido drásticamente, muy especialmente en el ámbito del sector público, como consecuencia de una serie de medidas regulatorias adoptadas por las autoridades en el período 2010-2012.
Otro dato: la industria farmacéutica española con una inversión de unos 1.000 millones de euros en I+D+i, es la primera en cuanto a investigación, si bien todos estos datos indican que España se encuentra lejos de su potencial en lo que se refiere a las capacidades de expansión de las compañías farmacéuticas, especialmente en las áreas de I+D, y también de producción de medicamentos. Por ello, considero necesario remarcar que no hay ningún motivo por el que nuestro país no pueda aspirar a aumentar significativamente su inversión en I+D farmacéutica, especialmente a la vista de los excelentes equipos investigadores con los que cuenta España, y de la formidable red de hospitales y centros públicos de investigación que se encuentran radicados aquí.
No obstante, pienso que también es muy importante no perder de vista que la inversión en I+D farmacéutica implica fuertes compromisos de recursos a medio y largo plazo por parte de las compañías que operan en este sector, y que dichos compromisos solamente serán posibles con un entorno normativo estable, que garantice la aplicación de políticas de regulación económica, predecibles y respetuosas con la innovación.
Otro dato: en términos de empleo, con casi 38.000 empleados directos en las compañías farmacéuticas, España ocupa el quinto lugar en el conjunto de países de la Unión Europea. A esta cifra habría que añadir 65.000 empleos inducidos y 95.000 indirectos. Pese a todo, la inversión en I+D de la industria farmacéutica representa el 20 por ciento del total de la industria española, ofreciendo empleo a más de 4.500 trabajadores/investigadores de muy alta cualificación. Es lo que hay.
La industria farmacéutica española (1.000 millones de euros en I+D+i), es la primera en investigación
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