La industria farmacéutica y el Gobierno evidenciaron, durante la XIX Edición del Premio Severo Ochoa, las posiciones diametralmente opuestas que mantienen ante el futuro de la Sanidad y la I+D+i. Varios fueron los reproches que desde el sector industrial se vertieron sobre la gestión de los decisores, que escondieron la cabeza tras la difícil situación económica que vive España. La argumentación partía desde la óptica macropolítica actual donde, día tras día, la Europa de dos velocidades se acentúa y España lucha en el limbo que se extiende entre un líder de segunda y el colista de primera.
Sergi Ferrer-Salat, presidente del patronato de la Fundación Ferrer Investigación, criticó durante la presentación del evento los presupuestos que el Gobierno ha destinado a la I+D+i. “Desde muchos sectores hemos denunciado la fractura tecnológica entre España y la Unión Europea. Las exportaciones de tecnologías solo representan en España un 5 por ciento, mientras que la media europea se sitúa en el 17 por ciento. España debería ser un país competitivo pero no lo es y con la reducción del 25 por ciento en los presupuestos de I+D+i nos vamos a mantener en las posiciones deficientes actuales”, argumentó Ferrer-Salat.
Las palabras del presidente de la fundación cuadran con los datos que sitúan a España en el puesto 41 del ranking mundial de competitividad y que sostienen que el país solo posee el 0,6 por ciento de las patentes en Europa. En este sentido, la secretaria de Estado de I+D+i, Carmen Vela, reconoció que los datos facilitados por Ferrer-Salat eran ciertos, “así como también es cierto que no traspasamos bien el conocimiento a producto de valor añadido”. Sin embargo, argumentó que, pese “a la difícil situación actual”, España está “haciendo las cosas relativamente bien”.
Asimismo, instó a la industria a sumarse, con más fuerza, al carro de la inversión para aplacar los desfases económicos que puede sufrir la investigación en los próximos años. “El objetivo está puesto en el Horizonte 2020, el país mostrará todo su apoyo público y pedimos el esfuerzo privado. Queremos que la empresa invierta más en I+D+i”, sentenció. Un objetivo con el que Ferrer-Salat coincidió.
La investigación y el desarrollo no fue la única nota discordante entre industria y Gobierno. Desde el sector también hubo reproches, aunque con menor intensidad, al cariz que está tomando la Sanidad. “Hablando de industria farmacéutica se requiere una remodelación del SNS y para ello necesitamos reformas que lo sostengan. Somos conscientes de que todos los agentes debemos estar unidos y que debe prevalecer el interés general al privado”, afirmó Ferrer-Salat.
Sin embargo, precisó que, “en los últimos ocho años el gasto sanitario se ha incrementado más del doble que el farmacéutico y en los últimos tiempos ha habido tres decretos-ley que han dejado a la industria herida. Lo que solicitamos es un marco estable”. Ante estas palabras, Pilar Farjas, secretaria general de Sanidad, defendió la política que emprende el Gobierno. “Apostamos por la innovación en la gestión y por eso trabajamos en una central de compras, que es una medida que redundará en la eficiencia. Creemos que es posible mantener el SNS gratuito y universal”, aseguró, además de pedir anteponer “la responsabilidad ante la situación actual a visiones personales”.
Premio a Elías Campo
Aparte de la trifulca dialéctica entre industria y Gobierno, la XIX Edición del Premio Severo Ochoa otorgó el galardón de investigación biomédica a Elías Campo por su trabajo en el campo de las neoplasias linfoides. Ferrer-Salat reconoció “una investigación cuyo potencial es el de mejorar el bienestar de la sociedad y representa la clase de investigación que debe darse en España para competir en la economía global”. La candidatura de Campo resultó elegida por el comité científico de entre otros veintiún trabajos de elevado nivel científico y está dotada con 40.000 euros y la medalla conmemorativa con la efigie del Nobel nacional Severo Ochoa.
Vela y Ferrer-Salat coincidieron en las sinergias que deben producirse entre lo público y lo privado
España ocupa el puesto 41 del ranking mundial de competitividad y solo posee el 0,6 por ciento de patentes en Europa