alberto cornejo
Madrid
La Vocalía Nacional de Ortopedia del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) asistió el pasado mes de junio a un relevo generacional. El último titular de la misma, Tomas Mijimolle, “santo y seña del binomio farmacia-ortopedia”, como así hablan de él por los pasillos de la sede del CGCOF, ha cedido el testigo a su hija, Carmen Mijimolle, para que ocupe los próximos años el puesto que él deja vacante. Una sucesora que cuenta con la ventaja de tener bien cercano el espejo en el que mirarse.
Pregunta. El consejo paterno siempre es referente para una hija, pero, en este caso, ¿lo es aún más?
Respuesta. Por supuesto. Tengo la suerte de tener relación directa con una de las personas que ha visto germinar la semilla de la ortopedia en la farmacia. Está claro que la experiencia de mi padre es un grado y no puedo perder el lujo de saber aprovecharlo.
P. ¿Ese antecedente familiar le hará tender a continuar la línea de trabajo marcada en la anterior etapa o, por el contrario, la evolución de la ortopedia exige constantes cambios en la forma de dirigir esta Vocalía Nacional?
R. Por el momento, la línea de trabajo va a ser continuista. Habrá que darle tiempo al tiempo para ir evolucionando. Además, por muchas ideas que yo quiera aplicar, hay que tener en cuenta que dirigir la vocalía no es un trabajo individual sino que se trata de una labor de equipo. El camino que seguirá la Vocalía Nacional será el camino que todos marquemos.
P. Hablemos de objetivos. ¿Qué principales retos tiene marcados para los próximos años?
R. El aumento progresivo del envejecimiento de la población nos obliga a hacer un mayor hincapié en el campo de las ayudas técnicas y todo lo que tiene que ver con el mundo de la dependencia.Todo ello sin olvidar las líneas clásicas de la ortopedia.
P. Según datos del CGCOF, aproximadamente un 15 por ciento del colectivo farmacéutico nacional trabaja, directa o indirectamente, en la ortopedia. ¿Podemos hablar de un buen porcentaje en comparación con otras especialidades o salidas de la profesión?
R. En la ortopedia podemos encontrar tres niveles: la ortopedia técnica y fabricación, donde hay grandes farmacéuticos que se dedican a ello; la ortopedia de adaptación; y el bazar o productos seriados. Cada profesional puede adaptarse a cada rama según su gusto, capacitación o espacio físico del que disponga en su gabinete ortopédico dentro o fuera de la farmacia. Esto permite que todo farmacéutico con conocimientos se pueda colocar en el grupo que pueda o desee.
P. Hablemos de conocimientos. ¿Cree que el profesional es consciente de que no basta con otorgar un espacio en su local a la ortopedia, sino que si se decanta por esta opción debe formarse en ello?
R. Más allá de que sea necesaria la formación, que lo es, creo que sería insensato por nuestra parte dedicarse a la ortopedia sin tener conocimientos de ella.
P. ¿Hay suficiente oferta formativa, tanto en la vía universitaria como en la etapa post-titulación, para los farmacéuticos interesados en el campo de la ortopedia?
R. Durante la carrera de Farmacia se dan conocimientos de anatomía, fisiología, fisiopatología… Pero la formación en el campo de la ortopedia es aún deficiente. Por ello, son necesarios los cursos de posgrado de más de 250 horas de especialista/experto en ortopedia. En este sentido, sí son muchas las facultades que cuentan con este curso. Desde el CGCOF estamos trabajando para que se estudie la posibilidad de que estos cursos puedan tener rango de máster.
P. Más allá de las dificultades para formarse, los profesionales se quejan también de las duras exigencias que la regulación establece para abrir una sección de ortopedia, como disponer de una superficie mínima de local, acumular una alta cifra de horas formativas… ¿Son estas exigencias el principal impedimento para la proliferación de estas secciones?
R. El problema aquí estriba en que cada comunidad ha creado su legislación al respecto y puede haber disparidad de criterios. Sobre el establecimiento de un espacio mínimo, ahí sí estoy de acuerdo, ya que es fundamental disponer de un amplio espacio que garantice una buena atención y asegure la privacidad del paciente.
P. ¿Hay algún perfil de farmacéutico al que le interese especialmente abrir una sección de ortopedia, bien por el lugar donde se ubique su local o por el tipo de población que atienda?
R. Abrir una sección de ortopedia depende de muchos factores: el tipo de farmacia, la zona donde se encuentre… A priori, estas secciones son ventajosas para todos, pero más si cabe en las farmacias rurales, por atender a una población eminentemente mayor que puede hacer un mayor uso de aparatos ortopédicos y porque el farmacéutico puede ser el único agente sanitario con el que cuentan permanentemente.
P. Para aquellos que tengan dudas sobre lo idóneo de abrir una sección de ortopedia en su botica: ¿qué argumentos les daría? ¿Entraría en ellos un aumento de la rentabilidad del local?
R. Quizá la rentabilidad sea, en principio, el argumento menos real, dado que todos los comienzos suponen una inversión de tiempo y esfuerzo que sólo con el paso del tiempo puede hacerse rentable. Mejor les hablaría de lo gratificante que es este trabajo y que comprobar cómo a un paciente se le a resuelto su necesidad no se paga con nada.