R.C. Madrid | viernes, 08 de junio de 2012 h |

Ni motivos políticos ni motivos económicos. La Plataforma Española de Ensayos Clínicos (Caiber) no pudo convencer de la necesidad de un cambio de paradigma en la gestión de la investigación. Al menos así lo cree Joaquín Casariego, director de la plataforma desde sus inicios hasta el pasado 25 de mayo, día en que el consejo rector de Caiber decretó la disolución efectiva del consorcio y puso en marcha la comisión liquidadora.

Con 64 ensayos multicéntricos en marcha, 1.500 investigadores trabajando, 25.000 pacientes y 800 participaciones de centros en una estructura que, además, “funcionaba perfectamente y ofrecía extraordinarios resultados”, a Casariego el argumento económico se le queda “un poco flojo”. Con menos financiación que un Caiber (ellos tenían tres millones de euros de presupuesto, cuando estos suelen disponer aproximadamente de unos cinco millones de euros al año) y un recorte del setenta por ciento durante tres años consecutivos en una start-up, Casariego explica que no tenían muchas opciones.

Además, con unos datos sobre la mesa que mostraban cómo el Caiber podría estar autofinanciándose en solo cuatro años y una petición, ya no de diez millones (cantidad con la que echó a andar la Plataforma), sino de siete, Casariego no entiende como “por cuatro millones de euros te cargas la estructura líder en Europa”. Una afirmación, esta última, que Casariego no pone en su boca, sino en la de todos sus ‘compañeros de viaje’ europeos como, por ejemplo, los responsables de Ecrin, la Plataforma Europea de Ensayos Clínicos, o del National Institute of Health (NIH), sus “padrinos” en esta corta pero intensa andadura profesional. En cuanto a motivos políticos, Casariego también lo desmintió, asegurando además que le consta que en el PP hay mucha gente partidaria de esta plataforma.

Un descarte de motivos que lleva directamente a la explicación de un cambio de paradigma que quizás no haya sido entendido por todos. “Pasamos a que hay una partida importante de recursos que están gestionados por otro para realizar una actividad en los centros individualmente, porque ese es el modelo moderno de hacer las cosas, pero ese otro no es alguien a quien no conoces, sino otro al cual tú también perteneces”, explicó Casariego, que definió esta nueva manera de hacer las cosas, más central y profesionalizada, como un “cambio de paradigma”. Y, como ocurre siempre, asegura Casariego, “los cambios de paradigma llevan su tiempo”.

Eso sí, el hasta ahora director general de Caiber, que no sabe qué hubiera pasado con la plataforma de “haber conseguido seis millones de euros de repente gracias a un mecenas”, tiene la esperanza de que “al final, ya sea porque lo impongan desde fuera o porque se calme todo un poco, el discurrir de los acontecimientos acabe en un Caiber, lo llamen lo que llamen, porque eso es lo que el mundo moderno necesita”.

Pero el “desmantelamiento” de Caiber, como lo describe Casariego, no es solo la interrupción de un nuevo modelo de gestión en investigación, sino el fin de muchos acuerdos, programas y proyectos, muchos de ellos todavía en construcción. Así, el Programa Intramuros 2012, que tenía pendiente la evaluación de más de doscientos proyectos, se queda en el camino, así como los acuerdos con Farmaindustria, Fenin y Asebio.

También se queda sin concluir un posible acuerdo con el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), organización con la que Caiber pensaba aunar esfuerzos y recursos para concurrir juntos al 7º Programa Marco. Los primeros resultados del acuerdo con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), al que se unieron para crear una red de investigación en fases tempranas de oncología, también se han quedado paralizados, al igual que todos los acuerdos europeos e internacionales en los que trabajaba activamente la plataforma hasta el 25 de mayo.

Otra gran idea que se queda por el camino es un potencial acuerdo con la red de biobancos. Casariego quería utilizar los ensayos clínicos de la plataforma para construir un gran biobanco con todos los pacientes categorizados, una herramienta que serviría luego para cruzar datos fácilmente y ahorrar gran cantidad de costes. Ahora todo se queda en el aire.