Conceptos nuevos, como la neurocosmética, la han hecho dar un salto de calidad
Más de 300 boticarios aprenden en Mallorca a ‘sentir la cosmética’ como especialidad
ALBERTO CORNEJO
Palma de Mallorca
La última vez que Mallorca había acogido unas Jornadas Nacionales de Dermofarmacia, en 1989, los productos cosméticos acababan de liberarse del intervencionismo administrativo y daban sus primeros pasos en el libre mercado, lo que había acontecido un año antes. Dos décadas después, desde el 22 al 24 de septiembre, los más de 300 farmacéuticos que vivieron el retorno de estas jornadas organizadas por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos a la ciudad insular se formaron en conceptos tan impensables por aquellas fechas como la neurocosmética sensorial, la nanotecnología o la cosmetovigilancia.
A día de hoy, en concordancia con el lema de este encuentro, la cosmética reclama que sea “sentida” por los boticarios, para que éstos sepan trasladar ese sentimiento en el consejo farmacéutico sobre estos productos a los pacientes.
La neurocosmética, que copó buena parte de las conferencias organizadas en torno al evento, es precisamente la ciencia que no sólo estudia la influencia de la mente en el estado de la piel, sino también la cosmética como la arista restante de este triángulo. Sin embargo, podemos hablar de un fenómeno propio del siglo XXI, ya que “encontrar bibliografía sobre ello anterior al año 2000 es como buscar una aguja en un pajar”, tal y como señaló Francesc Balaguer, jefe de I+D de Laboratorios Puig, durante su intervención en la conferencia “Conexión entre mente y piel”.
Del inicio de siglo a esta parte, la proliferación de estudios al respecto ha sido constante. Desde los a priori más evidentes, como los que confirman la importancia positiva de la cosmética para combatir el estrés, como otros más extremos e insospechados, como el publicado en la FDA Consumer Magazine, en el que se concluía que la aplicación de maquillaje en pacientes con cáncer incrementa la moral y disminuye la necesidad de quimio y radioterapia. “Todo ello ratifica la importancia de la dermocosmética en el estado físico y mental de cada individuo”, concluyó Balaguer.
La sensorialidad como nexo
Los efectos de un cosmético son distintos en cada persona, en cuanto a que dependen de la confianza y sensorialidad particular de cada uno hacia ellos. ¿Cómo saber entonces si un producto cosmético es objetivamente eficaz? Luigi Rigano, director científico de la compañía italiana de productos cosméticos ISPE, ofreció la respuesta. “En Europa no existe un protocolo común a cumplir, bajo la supervisión de la Unión Europea, para la verificación de eficacia de los cosméticos, por lo que los estudios de comprobación se suelen dejar a criterio y ética de las compañías”, indicó este experto. Además, según él, “es prácticamente imposible que contemos con él en el futuro, tanto por los elevados costes que supondría como por las dificultades para corroborar la objetividad de los tests en voluntarios”.
La utilización de voluntarios para probar los cosméticos es práctica habitual y necesaria a la hora de estudiar las propiedades de un nuevo producto. Sin embargo, en bastantes casos estos probadores no tienen la formación suficiente “para no dejarse influenciar por el formulador o fabricante”, indicó Rigano. Para él, el verdadero instrumento de medida “es un panel sensorial con probadores entrenados que no se dejen llevar por la pasión de la novedad”. Es decir, que no vayan a lo fácil y siempre vean el producto “como algo bueno y novedoso por sí mismo”.
El papel del boticario
Por mucha ética que pongan los laboratorios en las observaciones previas a la puesta en el mercado de los cosméticos, el consumidor estará siempre expuesto a factores subjetivos, ya que incluso el propio envase del cosmético puede ser un factor de atracción. Es aquí cuando entra en juego el farmacéutico y, en especial, “su consejo basado en el conocimiento”, según apuntó Ana Aliaga, que ha ostentado durante varios años la Vocalía Nacional de Dermofarmacia y fue la organizadora de jornadas precedentes antes de ocuparse de la Secretaría General del CGCOF en la nueva ‘era Peña’. “Los farmacéuticos son ya especialistas en dermocosmética y el objetivo es saber trasladar estos conocimientos al paciente”, precisó.
Según reveló la propia Aliaga, en lo relacionado con la piel se reciben anualmente unos diez millones de consultas en el conjunto de farmacias nacionales, según datos del CGCOF. Esta alta cifra de consultas otorga ya de por sí “una importancia vital a la celebración periódica de eventos como estas jornadas”, apuntó Antoni Real, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Baleares, también presente en la mesa inaugural.
Tanto o más importante que la formación del profesional es dar a conocer a la población que en las 21.000 farmacias repartidas por toda España tienen el mejor canal para la adquisición y consulta sobre cosmética. Por ello, de forma paralela a los actos científicos que se celebraron en el Auditorio Municipal de Palma de Mallorca, se instaló una carpa de acceso libre en el que los ciudadanos pudieron hacerse de forma gruita análisis de piel o de fotoprotección. “Así los pacientes saben qué pueden demandar al boticario en este campo”, justificó Cristina Tiemblo, vocal nacional de Dermofarmacia del CGCOF.
Mientras, en el interior del auditorio, los profesionales pusieron actualizar sus conocimientos en campos como los infrarrojos A y su eficacia en fotoprotección, nanotecnología, bases moleculares del envejecimiento cutáneo o avances en anestesia tópica. Conceptos cada vez más familiares para este profesional.