| viernes, 06 de mayo de 2016 h |

Tras su paso por la Consejería de Salud de la Generalitat, Boi Ruiz repasa su periplo y explica algunos de los retos a los que se enfrenta su comunidad autónoma este año.

Pregunta. Tras su paso por la Consejería de Salud, ¿a qué se dedica profesionalmente ahora?

Respuesta. He vuelto al mundo académico y vuelvo a la consultoría de sistemas de salud y políticas sanitarias que tenía antes de ser consejero para desarrollar proyectos fuera de Cataluña.

P. ¿Qué balance hace de su gestión como consejero?

R. Lo más destacado fue superar las dificultades económicas que sufría el sistema sanitario público sin que nadie perdiera ningún derecho fundamental. Mantener eso no ha sido gratuito. Ha sido gracias al precio que han pagado los profesionales sanitarios, la industria farmacéutica, con la reducción de precios y de facturación, y en tercer lugar la paralización de todas las inversiones.

P. ¿Qué opinión le merece que la adhesión al protocolo de sostenibilidad fuese voluntaria hace unos meses y ahora el ministerio de Hacienda lo haya convertido en obligatorio para las comunidades que reciben el FLA?

R. La cuestión de fondo de las comunidades autónomas es su financiación, ya que son las responsables de los servicios públicos y por tanto es bastante inconcebible que nadie aborde cuánto se tiene que gastar el Estado Español en atender a los ciudadanos en el marco de un Sistema Nacional de Salud. ¿Qué porcentaje del PIB se destina en otros países europeos? Como mínimo el Estado se ha de comprometer con las comunidades autónomas que de su presupuesto el 7 por ciento vaya a sanidad. Si usted dedica 15.000 millones de euros menos de lo que se necesita es evidente que no es el estado autonómico el que provoca el déficit.

P. ¿Cuanto dinero necesitaría Cataluña para no estar infrafinanciada ?

R. Tenemos un déficit estructural de 1.000 millones de euros. Nos faltarían esos mil millones más al año, que es lo que ha pedido el consejero Comín. La factura anual nuestra está en torno a los 10.000 millones.

P. Una de las iniciativas farmacéuticas de su departamento fue el de las ‘tarifas planas’ para algunos grupos de medicamentos que comparten indicación. ¿Qué ventajas tenía esto?

R. Yo parto del concepto de que no compro medicamentos sino sus efectos. Por tanto hago dos cosas: solo pago los medicamentos que tienen éxito. Y cuando no tenemos la certeza de que el medicamento es cien por cien eficaz pondremos una tarifa media. Ese es el concepto de la tarifa plana. Creo que este es un concepto innovador en que se ha de trabajar con mayor profundidad.

P. ¿Cree que el nuevo consejero profundizará en esta medida y la desarrollará?

R. Creo que sí porque responde a una lógica científica y no política.

P. En noviembre nos concedió una entrevista donde avisaba que el gasto en hepatitis C computaría para déficit. Ahora que ya es una realidad, ¿cómo cree que se puede hacer frente?

R. Hay un principio jurídico que es la lealtad institucional y que consiste en que si tú tienes la responsabilidad de prestar un servicio a los ciudadanos pero yo soy el que determina la cartera, cada vez que yo incorporo algo nuevo lo acompaño de financiación. Una parte importante del déficit autonómico, y especialmente el catalán, son las prestaciones que se han incorporado que no han sido acompañadas de financiación. Con la hepatitis C la dimensión económica es muy importante. Primero nos dijeron que nos prestarían el dinero y que no contaría para déficit y al final ni una cosa ni la otra. Con estos hechos es muy difícil que las relaciones entre comunidades y Gobierno sean fáciles.

P. Uno de los problemas recurrentes de Sanidad es el del pago a las farmacias. ¿Cree que tiene visos de resolverse en esta nueva etapa?

R. El pago a las farmacias es un problema de financiación en la tesorería sin la capacidad de autogobernar esa tesorería. Nosotros recibimos el Fondo de Liquidez Autonómico pero las prioridades de pago están regladas desde el punto de vista administrativo y las farmacias se encuentran en el quinto lugar de prioridad. En el rango, es lo mismo un farmacéutico que un señor que ha pintado un cuadro para la administración, aunque evidentemente no tiene la misma importancia.