La Comisión Europea ha hecho público un documento de trabajo en el que deja clara su concepción de la industria farmacéutica como uno de los motores económicos con mayor potencial de cara al futuro, aunque admite la necesidad de crear las condiciones, tanto a nivel interno como en el resto del mundo, para que las empresas europeas puedan ejercer esa acción tractora. Y esas condiciones pasan, principalmente, por retirar los obstáculos que existen actualmente para que los pacientes accedan a una innovación que, por ser más sofisticada, cada vez es también más costosa; y también por proteger la propiedad industrial de unas compañías que invierten buena parte de sus ingresos en la investigación y el desarrollo de nuevas moléculas.
Antes de pasar de identificar las amenazas y a esbozar algunas posibles soluciones, el documento, titulado ‘La industria farmacéutica: un sector estratégico para la economía europea’, hace un repaso por las principales contribuciones que hace ya a día de hoy. Concretamente, se refiere a la generación de unos resultados que rondan los 220.000 millones de euros y la creación de unos 800.000 puestos de trabajo, según datos de 2012.En total, señala el informe, las farmacéuticas aglutinan en torno al 1,8 por ciento de la fuerza de trabajo de todos los sectores productivos de la Unión Europea, con una productividad que además no ha parado de crecer en los últimos años.
“Gracias a la fortaleza de esta industria”, continúa, “la UE fue el mayor agente comercial del mundo en el ámbito de los productos farmacéuticos en 2013, moviendo una suma que ronda los 156.900 millones, de los cuales unos 107.400 se van en exportaciones”.
Y es en el ámbito internacional, precisamente, en el que se produce una de las principales amenazas para la rentabilidad del sector, dado que frente a las políticas favorables de los países desarrollados las compañías se encuentran con problemas serios en algunos países emergentes. “Las compañías se enfrentan a bajos niveles de protección de la propiedad intelectual y algunas prácticas discriminatorias en algunos países, sobre todo en algunos emergentes, y eso está mermando la capacidad de estas para obtener retornos a sus inversiones”, refleja el documento.
Por este motivo, desde la CE se ha destacado “la importancia de promover (lo cual es parte de su competencia) tratados comerciales con terceros países o regiones, que sirvan para garantizar condiciones más justas y ventajosas que permitan la viabilidad de una industria farmacéutica europea fuerte y con potencial de futuro”.
Con respecto a estos países, la CE también ha observado un auge preocupante de la competencia, que podría suponer una amenaza para la situación hegemónica de la industria europea. Primero, con respecto a la producción propia de medicamentos que compiten a nivel mundial con los europeos. Y segundo, por los distintos atractivos que ofrecen a la propia industria europea para deslocalizarse y trasladar allí parte de sus instalaciones productivas. Unido a esto, están las prácticas de algunos países, a los que denominan emergentes de altos ingresos, como es el caso de Taiwán o Corea del Sur, que referencian sus precios a los europeos, prácticas que también están impactando en los resultados de las compañías. Un tema que para la CE merece especial atención.
Obstáculos a nivel interno
A nivel interno, la autoridad comunitaria también percibe algunos riesgos, aunque el documento incide, en este sentido, en aspectos derivados de la relación de la coyuntura económico-financiera, el envejecimiento creciente de la población y la propia naturaleza de la innovación terapéutica actual.
Empezando por esta última, se reconoce la mayor complejidad de las investigaciones que realizan las compañías a día de hoy. Así, se recuerda la tendencia hacia la personalización de la medicina, que parece llevar a la sustitución de los blockbusters por unos fármacos que van a nichos reducidos de población y que, para garantizar la rentabilidad a las compañías, exigen precios superiores a los habituales.
Para tratar de compensar este aumento del coste, que se une al incremento de la propia demanda de medicamentos a causa del envejecimiento de la población, el documento se refiere a la necesidad de ahondar, por parte de los estados miembros, en la creación de agencias farmacoeconómicas que sirvan para garantizar el acceso a los medicamentos que son verdaderamente efectivos y necesarios, contribuyendo a la adopción de una política de precio y reembolso que sea justa con la innovación generada.
Asimismo, se hace alusión a la adopción de modelos para la aceleración del acceso de los pacientes a los medicamentos que no impliquen riesgos para el pagador, aludiendo claramente a la adopción de sistemas de riesgo compartido, como los que ya están adoptando muchos de los Estados miembro; y a la promoción de los biosimilares, a los que califica como elementos de sostenibilidad, al igual que los productos de autocuidado. Eso sí, el documento no habla en ningún caso de incrementar presupuestos. De hecho alaba los ajustes presupuestarios realizados, muestra de que han venido para quedarse.
La patronal europea de la industria farmacéutica (Efpia) emitió un comunicado para agradecer a la CE el hecho de que haya situado al sector como motor de crecimiento de la economía comunitaria mediante la publicación de este informe. Así, en palabras de Richard Bergström, director general de la Efpia, “es alentador ver que la Comisión Europea reconoce la importancia y el valor que aporta la industria farmacéutica, no solo a la salud y el bienestar de los ciudadanos, sino también al progreso económico de los estados”. Y añade: “Este trabajo es un paso positivo hacia el posicionamiento del sector en el lugar que le corresponde como agente de crecimiento para Europa manteniendo su viabilidad”.
Para la patronal, uno de los aspectos más destacados del documento está en la identificación de los distintos obstáculos y barreras a los que se tienen que enfrentar las compañías, “sobre todo en el ámbito de la protección de la propiedad intelectual”. “Nos parece un paso positivo hacia la búsqueda de soluciones, ya que solo a través del reconocimiento de los problemas y del apoyo público para solucionarlos seremos capaces de cumplir con nuestro compromiso de abordar necesidades médicas no cubiertas, mejorar los resultados en salud, contribuir a la lucha contra las desigualdades en este ámbito y generar el empleo y el crecimiento que Europa necesita”, indican en el comunicado.